Después de 140 años como un reconocido generador de empleo en Suecia, la disminución de las ventas en Europa y parte de Latinoamérica obliga a Ericsson a realizar ajustes que deberían de ayudar a mantener la empresa a flote y no llegar a la quiebra. Desde 2014 ya la compañía mencionaba el implemento de estrategias que pudieran afectar positivamente su economía, concluyendo este año con la decisión de cerrar todas las plantas de fabricación ubicadas en su país natal.
Las fábricas de Boras y Kumla son las primeras anunciadas para la ejecución del plan, dejando tras el cierre aproximadamente a 3.000 trabajadores desempleados, despidos contabilizados suponiendo la clausura en solo dos de las locaciones, que no formarían ni el 50% de los 17.000 contratados que se emplean en toda Suecia, según informó Reuters. Los sindicatos aún no han llegado a ningún acuerdo sobre las condiciones de este despido masivo, por lo que habría que seguir de cerca el caso para esperar la conclusión.
El plan de ahorro originado en 2014 ha sido, como mencionábamos, una estrategia por parte de la compañía que pretende lograr un ahorro de 9.000 millones de coronas, que son equivalentes a 1.000 millones de euros, todo antes de finalizar 2017.
Todas las situaciones que ha atravesado Ericsson le han llevado a considerar el despido de 25.000 trabajadores, que representarían el 22% de los 120.000 empleados que son parte de la compañía en todo el mundo, quienes se pueden ver afectados en un futuro no tan lejano.
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