En el cambiante ecosistema de las relaciones institucionales vinculadas a la innovación tecnológica, pocos perfiles encarnan con tanta claridad la intersección entre estrategia digital, política económica y diplomacia internacional como Yohann Castro.
Con una trayectoria que conecta la gran empresa tecnológica, el análisis académico y la representación exterior de Francia, Castro se ha consolidado como una figura de referencia para entender cómo se construyen las nuevas influencias europeas desde la tecnología.
Uno de los capítulos más significativos de su carrera se desarrolló en Atos, grupo europeo especializado en servicios digitales, cloud, big data y ciberseguridad. En ese entorno multinacional, Castro dirigió las relaciones institucionales en áreas geoestratégicas como la península ibérica, América Latina, África y Oriente Medio. Su papel fue mucho más que representativo: “Mi rol me colocaba en el centro del diálogo entre innovación tecnológica, política económica y gobernanza”, explica.
Durante esa etapa, trabajó estrechamente con Nourdine Bihmane, actual CEO del grupo Konecta, y participó en procesos de toma de decisión de alto nivel, con especial atención a la interacción entre gobiernos y organismos multilaterales. “También construí un networking internacional de alto nivel que sigo cultivando hoy en día”, añade, reflejando cómo la red de relaciones en el sector tecnológico e institucional sigue siendo un activo esencial en su labor actual.
Análisis económico desde la universidad
Actualmente, Castro combina su experiencia ejecutiva con la labor académica en el Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo, dentro del Departamento de Economía Política que dirige el economista Javier Morillas. Allí se dedica al análisis de políticas públicas, regulaciones económicas y relaciones institucionales desde una doble perspectiva: “Es un entorno donde el pensamiento económico se vincula con la realidad institucional”, afirma.
Este enfoque le permite examinar cómo los marcos regulatorios y la transformación digital afectan a los sectores públicos y privados, un campo especialmente relevante para las telecomunicaciones, la economía digital y las infraestructuras críticas.
Asimismo, desde su posición como Consejero del Comercio Exterior de Francia en España, Castro desempeña una función que articula estrategia empresarial y visión prospectiva. “Ayudamos a las empresas francesas a desarrollarse en España, identificamos oportunidades de colaboración y contribuimos con recomendaciones a las autoridades tanto francesas como locales”, resume.
En paralelo, ejerce como representante del partido Les Républicains en España. Su objetivo político es claro: “Estructurar una presencia política útil, con vocación de diálogo y soluciones”, especialmente en coordinación con el Partido Popular. En ese marco, ha participado en el Congreso del Partido Popular Europeo en Valencia junto a figuras como Michel Barnier y François-Xavier Bellamy, consolidando una red política de influencia en el espacio europeo.
Educación, lengua y diplomacia cultural
Otra dimensión relevante de su actividad se sitúa en el ámbito educativo. Castro considera que la red de liceos franceses en España tiene un papel clave: “Son espacios donde se cultiva una nueva generación de ciudadanos europeos”, afirma. Para él, fortalecer esta red es parte esencial de la proyección internacional de Francia.
En cuanto a la lengua, es categórico: “El francés es mucho más que una simple lengua. Es un idioma de negocios, de diplomacia, de cooperación y de poder blando”, subraya, destacando su valor estratégico, especialmente en un mundo francófono en expansión.
Fuera del ámbito institucional, Castro encuentra equilibrio en el Taekwondo, disciplina que ha practicado durante años como maestro: “No se trata solo de tener una buena técnica, sino de actitud”, comenta. En el terreno profesional, esta práctica le ayuda a “mantener la calma en situaciones tensas y avanzar con firmeza”.
Su motivación, en última instancia, está anclada en el servicio público: “Aspirar a construir puentes duraderos entre Francia y España, entre el sector público y el privado, entre generaciones. Si consigo eso, habré cumplido con mi deber”, concluye.