En medio del bloqueo que impide el paso de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, un niño de siete años llamado Omar se ha convertido en el rostro de una pequeña victoria tecnológica y solidaria.
Único superviviente de su familia tras un bombardeo que destruyó su casa hace pocas semanas, perdió también su brazo izquierdo. Hoy, gracias al trabajo de la ONG española Ayúdame3D, Omar vuelve a mover una extremidad, aunque esta vez fabricada con una impresora 3D a miles de kilómetros de distancia.
La llegada de estas prótesis no ha sido sencilla. Desde hace meses, Ayúdame3D intentaba enviar dispositivos fabricados en Madrid, pero el cierre de los pasos fronterizos bloqueaba cualquier intento de entrada. La organización, conocida por su lema “ayudar es demasiado fácil como para no hacerlo”, se encontró con una de sus misiones más complicadas: superar no solo los desafíos técnicos de producir prótesis personalizadas, sino también las barreras políticas y logísticas de un territorio en guerra.
La solución llegó con la colaboración de LaudONG, una entidad con presencia en Gaza y Egipto que presta asistencia sanitaria, logística y educativa a comunidades palestinas. Su trabajo sobre el terreno permitió detectar casos urgentes de amputaciones y recoger las medidas necesarias para diseñar prótesis a medida.
Tecnología y humanidad en piezas impresas
Estas “trésdesis”, como las llaman, no son dispositivos sofisticados de laboratorio, pero cumplen una función esencial: ofrecer autonomía a quienes la guerra dejó sin extremidades
El proceso es sencillo en apariencia, pero requiere precisión. Desde Gaza se envían los datos básicos de cada paciente (altura, medidas del brazo y fotografías). En España, los ingenieros de Ayúdame3D transforman esa información en un diseño digital que, horas después, se convierte en una prótesis impresa en las oficinas de la ONG. Estas “trésdesis”, como las llaman, no son dispositivos sofisticados de laboratorio, pero cumplen una función esencial: ofrecer autonomía a quienes la guerra dejó sin extremidades.
“Hemos creado una prótesis para Omar para mejorar su calidad de vida, y seguiremos haciéndolo con todos los niños y niñas, y también personas adultas, que lo soliciten gratuitamente a través de entidades locales”, explica Guillermo Gauna-Vivas, director ejecutivo de Ayúdame3D.
Omar, símbolo de un futuro posible
El caso de Omar concentra la dureza del conflicto y, al mismo tiempo, la capacidad de la innovación para ofrecer esperanza. Con apenas siete años, se enfrenta a la pérdida de su familia y de parte de su cuerpo. La prótesis que ahora porta no borra el trauma, pero representa una herramienta para recuperar gestos cotidianos y, con ellos, un fragmento de infancia arrebatada.
Su historia no es aislada. Decenas de menores y adultos ya esperan recibir sus dispositivos, impresos gratuitamente en España y preparados para cruzar una frontera que permanece bajo un férreo control. Cada entrega supone una lucha contra el tiempo y la burocracia, pero también la prueba de que la solidaridad puede adaptarse a los entornos más hostiles.
El vínculo entre Ayúdame3D y LaudONG nació en redes sociales, un detalle que refleja cómo las tecnologías digitales pueden convertirse en canales de cooperación internacional. Lo que comenzó como un intercambio de mensajes se transformó en una alianza operativa que, hoy, está cambiando la vida de familias palestinas.
Más allá de Gaza, Ayúdame3D mantiene proyectos en numerosos países. Desde su fundación ha distribuido prótesis en distintos continentes, consolidándose como un referente en el uso social de la impresión 3D. La guerra en Palestina, sin embargo, ha puesto de manifiesto la urgencia de su labor y las dificultades de operar en escenarios de conflicto armado.