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No me dejes caer en la Tentación

miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Y dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios os ha dicho: no comáis de ninguno de los árboles del jardín?” Respondió la mujer a la serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte”. Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”. Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos… (Génesis, primer libro del Pentateuco de un libro llamado La Biblia).

Y Adán mordió la manzana y ésta, por los siglos de los siglos pasó a ser el símbolo del pecado, de la tentación irresistible, del lo quiero como sea, valga lo que valga, conlleve lo que conlleve y suponga lo que suponga.  Y no sé si alguien ha escrito alguna vez una reflexión tan absurda como esta, pero a todas luces, el ‘numerito’ del pecado original parece la primera lección de marketing de la historia conocida y yo creo que incluso la última; al menos este mes.

 

El pasado 19 de junio salió al mercado el nuevo iPhone de Apple y a alguien sabio le escuché decir que no importaba cómo fuera, lo que tuviera o de lo que careciera, porque la gente lo único que ve, es una manzana mordida, un logo, un icono, una seña de identidad que se supone te concede una categoría que te eleva al nivel de los dioses. ¿Y por qué ir contra corriente? Si todo el mundo lo cree, bienvenido sea. Una revolución al año…

Pero, se me olvida algo: el otro día estuvo en Madrid Eugene Cernan, capitán del Apolo XVII, el último hombre que pisó la luna y el que más tiempo ha estado en ella. Ha muerto Vicente Ferrer, un santo que dedicó su vida a la absurda tarea de ayudar a más de dos millones de personas y también este mes le han concedido el Príncipe de Asturias a Martín Cooper, el ‘loco’ que, al frente de un equipo de Motorola, inventó el teléfono móvil. Eso, mis pacientes lectores, no es tentación, es grandeza.

Llegan tiempos estivales, hora de descanso; dicen que una despedida es sólo un hasta luego o, tal vez, un simple adiós.

Feliz verano.

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