Según explica la compañía, el cambio de la identidad corporativa se apoya en “nuestra historia para proyectarnos al futuro”. En concreto, se trata del primer cambio de imagen en un década que, según el presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete, se trata de una imagen “mas flexible, relevante y diferencial”, que apuesta por recuperar elementos de logotipos clásicos.
Telefónica celebrará en 2024 su primer centenario, pero la compañía quiere reafirmar su apuesta por el futuro sin olvidar su legado, por lo que se han apoyado en el logotipo introducido en 1984, pero con toques modernos.
La idea, según explica la teleco, era buscar una imagen que combine flexibilidad y sencillez, reflejando modernidad, dinamismo y digitalización, por ello, “decidimos no inventar nada nuevo, sino recuperar uno de los logos históricos de la compañía. Se trataba de un logo reconocible, diferencial y dinámico… que honra nuestro legado y nos proyecta al futuro”, explican.
De este modo, Telefónica apuesta por un logotipo con cinco círculos que conforman la T (la inicial de la compañía), pero que al mismo tiempo refleja los cinco mercados principales de actuación (España, Reino Unido, Alemania, Brasil e Hispanoamérica), así como los cinco ejes estratégicos del plan de transformación de la compañía, apoyándose en la ciberseguridad, el IoT, la conectividad, la cloud y la Inteligencia Artificial.
Álvarez-Pallete, reelegido como consejero
Por otro lado, la Junta General de Accionistas ha aprobado todos los acuerdos propuestos por el Consejo de Administración de la compañía y ha dado luz verde a la reelección de José María Álvarez-Pallete como consejero ejecutivo con un respaldo del 84,6%, más de 4 puntos porcentuales por encima del apoyo recibido en 2017.
Durante su discurso, el presidente de la compañía ha celebrado los datos de deuda que ha logrado reducir a la mitad en cinco años gracias a la generación de caja que alcanza los 25.000 millones en los últimos cinco años y la reducción en sí de la deuda (17.000 millones en cinco años), limitando su volumen a unos 26.000 millones, una vez se materialicen las operaciones pendientes de cierre.
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