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La televisión que no se mueve II

miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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¿Cuál será? Hace exactamente dos años, iniciamos una serie de reportajes e informaciones que han ido dando cuenta, cumplidamente, de las tecnologías, las pruebas, los estudios, etc. que sobre la televisión en movilidad han ido surgiendo. Viajamos a Asia para probar DMB, a América para saber que significaba Media Flo y a Finlandia para comprobar como se veía un Mundial de Atletismo emitido en DVB-H. Japón, por su parte, realizó sus propios desarrollos con ISDB-T. Aunque si de siglas se trata, como ya hemos demostrado en otras ocasiones, podríamos escribir letras hasta aburrir. Pero si intentamos resumir, recordemos que había tres vías principales de transmisión de la señal de televisión digital a dispositivos móviles: satelital, terrestre y celular. En cada una de ellas se pueden implementar diferentes tecnologías, pero, salvo la red celular (la misma a través de la cual transmiten actualmente los operadores de telefonía móvil), las otras requieren un despliegue de infraestructuras (antenas). Los sistemas no son incompatibles entre sí y hay quien asegura que en un futuro podrían, incluso, ser compatibles. De hecho, por si sí o por si no, Qualcomm ha desarrollado un chip multimodal para que los fabricantes puedan lanzar teléfonos compatibles con los tres sistemas imperantes: el europeo DVB-H, el americano Media Flo y el japonés ISDB-T. En este marco, la pregunta del millón es qué tecnología se va a implementar en España, ya que mientras llega el apagón analógico y se liberan las frecuencias, sólo hay un trozo de tarta para repartirse. Podrían desembarcar los americanos de Qualcomm y apostar con fuerza por Media Flo, un sistema desarrollado tecnológicamente desde la primera capa de forma específica para la transmisión de televisión en movilidad y que recientemente ha lanzado Cingular en EE.UU; pero parece poco probable. Podría ocurrir que nos encontráramos con un consorcio de operadores móviles como ha ocurrido en otros países de Europa pero, por razones que desglosaremos y que se resumen en ¿qué recibirán a cambio? no nos encaja. Por tanto, queda la apuesta evidente, la de los operadores de red de TV ya existentes, que tienen el know how (la experiencia), que llevan años realizando pruebas y que son quienes objetivamente están interesados. En nuestro país, este campo lo lidera Abertis, antigua Retevisión, cuya apuesta, a juzgar por sus múltiples test parece ser DVB-H: una adaptación de la televisión digital terrestre para la cual empresas como Nokia o Samsung ya tienen varios terminales desarrollados. Otro concurrente podría ser Axion, ya posicionado en otros puntos del viejo Continente; o bien, algún tipo de join venture, o acuerdo entre unos y otros. Así, el adjudicatario deberá gestionar ‘el’ multiplex y asignar, como hemos comentado, los slots o canales a las diferentes cadenas, difusores o agregadores de contenidos. Es a estos a quienes el Ministerio otorgará autorizaciones administrativas y a quienes se refirió Clos en su discurso; un discurso que algunos, con más o menos acierto, han interpretado como un guiño a los licenciatarios de televisión digital terrestre, para que sepan que podrán acceder a un canal. Hay que reseñar que, con todo esto, el Ministerio consigue también que el titular de la frecuencia no sea el dueño de los contenidos y que el nuevo sistema de televisión pueda ser plural.

¿Cuándo? Realizar cálculos de tiempo es aventurarse en exceso. Hay que esperar la finalización del período de información pública y del marco jurídico (LISI), la convocatoria del concurso, la adjudicación, el despliegue de infraestructuras, el reparto de canales y el inicio de emisión. Además, la puesta en el mercado de terminales (que serán caras y no sabemos si estarán subvencionadas por el operador) y la venta de un parque suficiente de dispositivos para que se pueda poner en marcha la interactividad e iniciar, por fin, el retorno de la inversión. Pero aquí topamos con otro problema, un reparto de beneficios que no deja claro si ese retorno será suficiente o de qué plazo de tiempo hablamos. Y por último, para que de verdad tengamos televisión en movilidad y podamos disfrutarla, ¿habrá que pagar? ¿Estamos dispuestos a ello? Los estudios aseguran que sí, pero huelga hablar del más que dudoso éxito de las encuestas en España. El Gobierno cumple El gobierno cumple Lo que queda claro es que salga adelante, o no, triunfe, o no, el Gobierno tiene la obligación de poner los medios para que la tecnología esté disponible y, quienes consideren, puedan desarrollar el negocio y, eso, parece que sí está próximo a cumplirse. Además, debe garantizar un reparto equitativo y objetivo de canales que, salvo intermediación política o mediática, también parece que puede ocurrir. Los deberes de Ros están bien hechos.

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