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Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
viernes 19 de abril de 2024, 13:54h

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Cerremos los ojos y recordemos nuestra historia: la familia, el colegio, las vacaciones, los hitos que cada uno hemos vivido según nuestra edad; pero cualquier español, si ahonda en su memoria, visualizará en algún rincón de su casa, sobre una mesa, colgado en una pared, en la cocina, en el salón o en un recibidor un teléfono. Salgamos a la calle, paseemos entre ensoñaciones por Madrid, Barcelona, Sevilla, Toledo, cualquier otro rincón del país y sí, ahí están, a nuestro paso: ¡las arquetas de la compañía de teléfonos! ¿Alguien habrá hecho un estudio sobre la evolución del logo de Telefónica y su reflejo en las ‘alcantarillas’ que pueblan todo nuestro territorio? Aseguran que en el puente de Alcántara en Toledo aún se puede ver una piedra encastrada y con argolla que reza CTNE.

Responde a estas preguntas

Qué se puede escribir que no esté ya dicho o se vaya a decir en estos días… Podríamos seguir jugando y marcarnos un 50x15: ¿Qué tienen en común Estanislao de Urquijo y Usía y José María Álvarez Pallete? ¿Cómo se ha conmemorado a César Alierta en Distrito Telefónica? ¿Qué ocurrió con la compañía durante la Guerra Civil, su primera gran crisis humana y económica? ¿Cuándo se empezaron a tirar cables submarinos para comunicar la península con las islas y con otros continentes? ¿El capital de Telefónica en su nacimiento era público o privado? ¿Qué pinta la sueca Ericsson en todo esto? ¿Qué fue de Standar Eléctrica? ¿Qué era ‘góndola’? ¿Podemos vincular las siglas TSM a un teléfono móvil? ¿Quién comercializó en España el primer iPhone? ¿Es cierto que Gran Vía se llamaba antes Conde de Peñalver a su paso por la sede original de la compañía?

"La primera llamada nacional se realizó el 18 de enero de 1878 y la hizo la infanta María de las Mercedes a su entonces prometido, el infante Alfonso XII"

Y así podríamos seguir recorriendo 100 años de servicios que no necesariamente marcan la instalación del primer teléfono en España, ya que la primera llamada nacional se realizó el 18 de enero de 1878 y la hizo la infanta María de las Mercedes a su entonces prometido, el infante Alfonso XII, un día antes de su boda y, evidentemente aún no existía nuestra empresa bandera. Y si, Alfonso, el que luego fuera triste de sí por la muerte de su bella y joven reina Mercedes, fue el primero en mantener una conversación telefónica en la que queremos imaginar que hablarían de amor, pero que probablemente fue más protocolaria de lo que cabría esperar para el momento. ¿Le diría '¡buenos días princesa!'?

Fue el 19 de abril de 1924 cuando se firmó en la notaría de Alejandro Roselló y Pastors la escritura pública de constitución de la sociedad Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), como mercantil anónima y por acciones; muchas de ellas en manos americanas y otras tantas en las del Marqués de Urquijo -respaldado por su banco, hoy Banco de Sabadell-. Unos días antes se había abolido el califato en Turquía y al día siguiente se instauró la Segunda República Helénica. Hitler y Mussolini estaban en alza: el mundo estaba revuelto.

José Sánchez Cobo

Poco tiempo después, con la mercantil ya en marcha, José Sánchez Cobo, cada mañana, se calzaba su sombrero y salía de su casa en Costanilla de los Capuchinos hacia la sede de la Compañía Telefónica Nacional de España. Trabajaba en lo que, entonces, se denominaba departamento de contabilidad y durante 17 años, hasta su muerte, fue testigo de cómo se alzaba las gran sede de Gran Vía, de cómo caían las bombas sobre su casa (1936-1939) debido a la cercanía y al interés estratégico de la que siempre fue y será una ‘infraestructura de comunicaciones críticas’, de cómo la boca del metro de Gran Vía, que está en la puerta, servía de refugio a los madrileños y de cómo, tras el horror, llegó la calma y, tanto el barrio como la empresa, recobraban el pulso para llevar a España hacia la modernidad.

Los niños dejaron de jugar entre los cascotes, enterraron sus penas y sus pesadillas, Madrid volvió a ser una capital en marcha y los hijos de José escuchaban a su padre hablar de éste o aquel ‘Mister’; ya que gran parte de los propietarios y los responsables de la gestión, ‘los jefes’, eran americanos. Mientras le escuchaban contar cómo evolucionaba ‘La Telefónica’ le pedían que los llevara a subir y bajar en los ascensores de bronce (aún representados en la entrada de la calle Valverde) que eran una auténtica atracción para la sociedad de la época.

"Nuestra evolución está indefectiblemente vinculada a ella y ha dependido, tanto como depende, de la capacidad y coraje de sus directivos en todos y cada uno de sus departamentos"

Para nosotros, José es un trabajador, uno que representa a los miles de profesionales que tuvieron, han tenido y tienen el privilegio de aportar su conocimiento y su esfuerzo a la siempre exigente y legendaria Telefónica. Nuestra historia, nuestro desarrollo, nuestra evolución está indefectiblemente vinculada a ella y ha dependido, tanto como depende, de la capacidad y coraje de sus directivos en todos y cada uno de sus departamentos, delegaciones o países en los que la compañía tiene negocio.

Poco podía imaginar nuestro José Sánchez Cobo que una periodista, a quien seguro hubiera conocido de estar vivo, un día dejaría testimonio de su existencia. Un nombre detrás del cual están todos los que he pronunciado o escrito a lo largo de los casi 25 años que llevo desempeñando mi profesión en el sector de la tecnología y las telecomunicaciones o de tantos a los que nunca conocí, pero que han pasado sus días en el edificio de Gran Vía, en Distrito C, en la Torre 00 o en cada local de pequeños pueblos y grandes ciudades en los que había una central y personal desplazado.

Un cambio radical, la acción frente a la identificación

¿Emotividad? Tal vez añoranza. Son muchas las horas que he pasado con los ‘telefónicos’, mucho lo que he aprendido de ellos, mucho lo que he contado, mucho lo que me han hecho trabajar. Al leer estas líneas cientos me pondrán cara e incluso espero que les arranque una sonrisa o un gesto de cariño. Pero me cuesta reconocer que la agresividad en los cambios, la pujanza del negocio, la necesidad de lucha en un mercado incomprensible ha modificado la identificación con la marca hacia la suspicacia.

La Telefónica de los fondos de inversión, de las ‘matildes’ en decadencia, de los directivos ‘data centric’, no reparan en despreciar, desechar y ofender a quienes, con mayor o menor obligación, acuden a la llamada de la nómina y en ello no sólo incluyo a sus empleados, o a los que salen con el ‘ERE’ del goteo continuo y eterno; sino también a los proveedores y, por supuesto, a los periodistas que les hemos dado soporte. Poco o nada queda de la identificación, la devoción y el compromiso; del yo te doy todo porque tú me apoyas y me compensas; del pide lo que necesites, que sé que estarás para corresponderme. Ahora el tono es más de ‘si bwuana’ o ‘sí masa’, de miedo a la presión sin escrúpulos, de asepsia ante el castigo, de información dirigida, de desagradecimiento. En definitiva, y en contra de sus principios o de las exigencias ESG, de deshumanización.

El escándalo de la entrada inevitable de STC o, lo que es lo mismo, de los árabes, en el accionariado; e incluso del ‘rescate’ del Gobierno y de LaCaixa, para defender lo que siempre fue ‘nuestro’ de la estrangulación que supone la regulación, la demencial política europea o el enriquecimiento sin fin de las plataformas sanguijuelas es, tal vez, un punto final a esta historia. La historia de la que fuera Compañía Telefónica Nacional de España y que hace tiempo dejó de ser nuestra. De buscar la identificación, la simpatía, el agradecimiento, el hoy por ti.

La felicitación de los 100 años no sólo es para el equipo actual, es para los Josés, es para los millones de españoles que contribuyeron con sus impuestos y la hicieron suya, es de Ericsson, es de Standar, es de todos los proveedores, de los clientes, de los medios, de la audiencia y de quienes, ladrillo a ladrillo, convirtieron ‘Gran Vía’ en un emblema y cómo no, también a ellos: 5;ائة عا 5; أخر 9; (miaah 'ām 'ukhrā).

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