No cabe duda que nuestras vidas han cambiado desde la llegada del coronavirus. Nos hemos vistos obligados a poner pausa de repente, a reorganizar nuestras casas, nuestro trabajo y nuestra manera de vivir y convivir.
Tanto la legislación como las compañías reconocen el derecho a la “desconexión digital”, puesto que el agotamiento que provoca la hiperconectividad afecta a la vida laboral y también a la personal. Asimismo, los millenials y la generación Z son los más afectados por la fatiga tecnológica.