Las personas que utilizan estas aplicaciones espías garantizan que es “la solución definitiva para saber si tu pareja te está engañando” o “estar seguro de que no te engaña cuando dice que ha quedado con sus amigos”. No obstante, usar este tipo de tecnología sin el consentimiento del dueño del smartphone que se está espiando es un delito, ya que se puede vulnerar el derecho fundamental a la privacidad de una persona. En España, en caso de que la víctima denuncie ante el juzgado según el Artículo 197.1 del Código Penal se contemplan penas de prisión de uno a cuatro años y multas de doce a veinticuatro meses.
Por otro lado, cabe destacar que el uso de este tipo de aplicaciones podría suponer un riesgo en la seguridad, ya que no se puede garantizar que las aplicaciones para espiar el móvil de un individuo no tengan un malware.
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Blackhacker y Keyloggers
Además, el principal problema que tiene el uso de estas aplicaciones es que, al instalarlas en el móvil o el ordenador de otra persona, se está hackeando su dispositivo, lo que hace que la persona que instale esta aplicación se convierta en un ciberdelincuente. Estas aplicaciones posibilitan que el usuario que instala la aplicación sin el consentimiento de la víctima tenga acceso a toda la información personal de otra persona sin su consentimiento.
“El uso de estas aplicaciones es el primer paso para convertirse en un blackhacker”
Asimismo, Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security ha señalado que “sin duda, el uso de estas aplicaciones es el primer paso para convertirse en un blackhacker. Hemos analizado las páginas web de varias de estas aplicaciones y, como las propias marcas indican, sirven para espiar a otras personas. Es cierto que en los textos de sus webs matizan que sirven para ‘monitorizar’ a otras personas y hacen mucho énfasis en indicar que servirían también para monitorizar a los hijos. Sin embargo, si la motivación de usar una aplicación es invadir la privacidad de otra persona, partimos de un punto muy controvertido que ya debería hacernos dudar”.
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En otro lugar, una de las principales características que venden este tipo de aplicaciones para espiar móviles es que utilizan los keylogger. Son herramientas que registran todas las teclas que se pulsan en un dispositivo. De esta manera se pueden descifrar las contraseñas y las claves que la persona hackeada utiliza para entrar en cualquier aplicación o servicio web. “Al instalar un código espía en el teléfono de otra persona estamos cometiendo una importante infracción. Si sientes la necesidad de controlar a tu pareja es posible que una app espía sea solo el principio y que debas buscar ayuda de profesionales. Desde Panda Security estamos convencidos que no hay apps dañinas, sino personas dañinas capaces, incluso, de cometer todo tipo de delitos en nombre del amor”, apunta Hervé Lambert.