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3G bajo los olivos

Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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Su nombre es Juan Cabezas García; 83 años. Parecía un personaje elegido por algún organizador para cumplir con un papel asignado el día de la visita. Una visita señalada porque, aquel día, los 563 habitantes del pueblo saldrían a la calle. Y saldrían a la calle porque ocurría algo importante, un hecho a todas luces memorable. Tan memorable, como que el gobierno regional y otras autoridades presidirían el acto inaugural de la banda. Y la banda, la del pueblo, tocaría a bombo y platillo por plazas y calles anunciando que Huécija (ese era el nombre de la pequeña localidad almeriense) tendría desde ese día otra banda, complementaria que no sustitutiva, y que no era ni mucho menos más grande –la suya contaba con más de 50 integrantes- pero sí más ANCHA.

Mi amigo Juan Cabezas se sabía protagonista. Todo el mundo hablaba con él. Todo el mundo tenía un comentario para su persona y él, dispuesto delante de un ordenador portátil, explicaba a los hombres notables, vecinos y periodistas que le escuchaban que, cada mañana, se levantaba, desayunaba, se afeitaba y se iba a la sala informática de ‘Guadalinfo’ donde se conectaba. Pasaba un ratito bogando por la Red y luego salía a tomar el aperitivo. Sus tardes parecían pasar sin mayor trascendencia pero sus visitas al ordenador nunca faltaban. Ese domingo Juan se mostraba satisfecho. A él le gustaba ir a la sala informática, pero, a partir de aquel día, podría conectarse desde casa, sin tener en cuenta la hora y sin importar si arreciaba el frío o el calor.
Despedida la comitiva, me acerqué con tono incisivo, dispuesta a pasarme de lista con algunas preguntas que me demostraran que más que un internauta, Juan era un personaje que se sabía el guión. Tenía su bastón en la mano, me observó con aspecto pícaro y dijo: “hay que tener cuidado porque una vez hablé con un periodista y luego escribió que era un casanova”. Reí e insistí en saber qué era aquello o aquella que lo mantenía tan fielmente frente a la pantalla. “Tengo una nieta que vive en suiza y hablo con ella por el ‘mesenller’ – me contestó demostrándome que aquella pronunciación tan correcta, al referirse al popular chat de Microsoft, sólo podía responder a un hecho cierto”. Enternecida le repliqué: “¿Y quién le ha enseñado?” “José Miguel –respondió- “.
La comitiva me ganaba en metros y los encontré entretenidos con un grupo de mujeres que rondaban los 60 y que dedicaban sus ratos libres a una labor cultural: añadir palabras a un diccionario que recoge los términos autóctonos de cada uno de los pueblos andaluces. “Perigallo, en Huécija, es una escalera plegable, pero no de las que se apoyan en pared, sino de las que se abren…”.  Volví a preguntar: “¿Y quién las dirige a ustedes? La misma respuesta: José Miguel.
Los más pequeños, hablaban del cole digital, algunos lugareños asistían asombrados a la vista del pueblo en el Street View de Google Maps, otros veían vídeos en You Tube, unos cuantos descubrían las pantallas interactivas con lector de gestos (auténtica ciencia ficción) y los discapacitados de la zona, organizados en asociación, mostraban los avances y las implementaciones que se habían realizado para que pudieran trabajar y disfrutar frente al ordenador. Impactante resultaba el teléfono con videollamada para que los sordomudos pudieran ver y leer las manos, en lugar de escuchar. ¿Y quién organizaba todo eso? ¡José Miguel!

José Miguel
Cuando ya no pude superar la curiosidad, susurré: “pero ¿quién será José Miguel?” Y, automáticamente, todo mi entorno se abrió hueco mientras voces y dedos me señalaban: “él”.
Alto, moreno, pelo largo, José Miguel Corral era un chico abierto, dicharachero, andaluz hasta la médula, visiblemente cariñoso y amiguero que dedicaba su tiempo a enseñar a todos los habitantes del pueblo a vivir, convivir, disfrutar e incluso soportar ese nuevo ‘modus vivendi’ que acerca el mundo, el ocio y la cultura a cualquier rincón del planeta; esa herramienta de vida, de comunicación, de conexión… sencillamente, a usar Internet. José Miguel Corral, no es informático, ni ingeniero, ni programador; simplemente era un agente social, un dinamizador de Guadalinfo.

El proyecto de acceso más grande de Europa
El proyecto Guadalinfo integra la red de Centros de Acceso Público a Internet más grande de Europa con 692 aulas. Esta red actualmente trabaja con unos 700.000 ciudadanos andaluces en los municipios de menos de 20.000 habitantes, con el objetivo de reducir la brecha digital. En este momento, con la incorporación de la Banda Ancha que ha implementado Vodafone en pueblos y pedanías, se está procurando que se tenga acceso a la Red en todo el entorno municipal y no sólo en una sala oficial.
“Teníamos el compromiso electoral de llevar banda ancha con WiFi a todos los rincones de nuestra Comunidad –explicó Martín Soler, consejero de Innovación de la Junta de Andalucía-, pero técnica y económicamente nos ha resultado imposible; por eso, convocamos un concurso en 2008 que se adjudicó a Vodafone y ahora, públicamente, podemos declarar que Andalucía es la primera región del mundo que ofrece servicio universa

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