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Una vida entre dos mundos

miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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Así será el 2010

Dentro de un mundo determinado por enormes contrastes raciales, económicos, sociales, culturales, religiosos… la evolución de las tecnologías de la información, especialmente de las telecomunicaciones, ha marcado enormes diferencias entre quienes cabalgan a caballo de la tecnología y quienes se limitan a vivir el día a día que la realidad cotidiana les ofrece.

"Texto: Pilar Bernat
La llamada brecha digital, el fenómeno del nuevo analfabetismo se hace terriblemente patente cuando se tiene la oportunidad de asistir a congresos como los recientemente celebrados 3GSM (Barcelona) o Net Event (Garmish), la demostración y el análisis, respectivamente, de lo que será el futuro. Resulta muy difícil compaginar, el clima que vivimos cuando nos colgamos al cuello la acreditación de periodistas tecnológicos y el que nos encontramos, habitualmente, cuando volvemos a casa, salimos con nuestros amigos o visitamos a nuestras familias. Los popularmente llamados “tekis” aún son pocos y, para imaginar un mundo no muy lejano, digamos 2010, no nos queda más remedio que observar el modus vivendi de las generaciones venideras sin perder de vista la velocidad de los cambios a los que nos encontramos sometidos. Veamos algún ejemplo: no hace mucho tiempo, Jordi Pujol, entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, compraba públicamente para sus nietos una mascota virtual que convulsionó los hogares, el bichito se llamaba Tamagochi. Hace un par de años, el muñequito había progresado, vivía en un mundo en color y sus actitudes y aptitudes muy evolucionadas, resultaban mucho más entretenidas. Hoy nuestros amigos virtuales viven en los teléfonos móviles, se llaman Buppupies y son capaces de invitarnos a jugar con ellos en la videoconsola, de compartir un trivial cultural, de obligarnos a sacar fotos con la cámara de nuestro terminal GPRS para alimentarlos, o de hacernos reír con sus caras de esfuerzo cuando los acompañamos al cuarto de baño. La siguiente generación, no les quepa la menor duda, hablará directamente con nosotros. ¿Cómo lo sabemos? Porque hay compañías investigando y probando sistemas multimodales y de interacción natural (Ydilo o Vida Software, por ejemplo) que nos facilitan la existencia hasta límites insospechados y nos permitirán pedirle a nuestra secretaria virtual (una cara o un diseño definido por nuestras preferencias) que nos comunique con un número y ella lo hará con gusto si tenemos el teléfono en la agenda o se lamentará gráfica y vocalmente si no dispone de él. Pero, más allá, podremos pedirle que abra un nuevo registro y dictarle todos los datos de un contacto. Así mismo, el martirio de los servicios de atención al cliente irá paulatinamente cambiando, ya que será posible realizar una llamada al operador y decir, por ejemplo, necesito una copia de mi última factura, que recibiremos inmediatamente en nuestro teléfono multimedia; o bien, sugerirle que queremos cambiar el terminal, según el programa de puntos y que queremos conocer las características de ésta o aquella marca, o de un modelo determinado, que se nos mostrará en pantalla y, si es de nuestro agrado, podremos solicitar su envío inmediato.

Televisión de uso privado Si seguimos mirando hacia delante, viviremos (espero que todos puesto que hablamos a cinco años vista) un nuevo fenómeno pronosticado por el ya retirado gurú de las telecomunicaciones, Tony Thorney (Qualcomm), en nuestra revista hace más de una año: “la gente –decía- irá en el autobús y en el metro viendo la televisión en su móvil, viajará en tren disfrutando de su propia película y nuestras costumbres cambiarán”. Nos resulte, o no, difícil de imaginar, términos como DVB-H o DMB o Media Flow van a cambiar nuestras vidas y, si bien Nokia ha hecho una apuesta definitiva por DVB-H y sus técnicos aseguran públicamente que el resto de los sistemas son proyectos ‘virtuales’ (power points), lo cierto es que, muy al contrario, los coreanos disfrutan desde hace más de un año de 24 canales de los que se puede disfrutar, sin perder la señal, a más de 140 km/h; que Verizon está a punto de comercializar el servicio de la mano de Qualcomm (propietario de Media Flow) y BT ha anunciado para finales de año la puesta en escena de Movio, un sistema patentado por Virgin que asegura será el primero en implementarse en Europa. El caso de España es especial porque para disfrutar (o sufrir, depende de la óptica) de una sociedad inmersa en la televisión móvil tendremos que esperar a que el Gobierno limpie el espectro -ocupado en este momento por decenas de televisiones locales alegales- a que realice un nuevo reparto de frecuencias, a que se redacte la regulación, a que se ponga en marcha el mecanismo comercial y, como no, a que los operadores subvencionen los terminales y nos ofrezcan maravillas a un precio mínimo (de todos es sabido que no somos tendentes a pagar por mejores servicios). Por lo menos, año y medio o dos años y, para entonces, otros como Sagem habrán comercializado su terminal multisistema donde se recibirá tanto la televisión satelital como el terrestre, la celular y, si me apuran, la IPTV (televisión por Internet que nos permitirá ver emisiones del mundo entero) que por supuesto se recibirá, al igual que el resto de los servicios que ofrece la Red, pero que si es en alta definición, como todo apunta (la americana ECI ya lo comercializa), perdería su razón de ser en una pantalla milimétrica. Pero, para los no creyentes, sólo dos apuntes: la capacidad de privacidad que ofrece la televisión móvil supondrá un interesante aumento de audiencia de los canales porno; además, todo indica que, probablemente, desaparezcan los revisteros de los cuartos de baño. Paradójicamente, las pruebas oficiales recogen que donde más se utilizan los ‘telefonos’ es en el lugar de trabajo.

Cascos Bluetooth Mientras tanto, tendremos que conformarnos con oír música registrada en tarjetas de memoria de más de 2 Gigas (podremos llevar cientos y cientos de canciones), allá donde estemos, con sacar fotos con calidad y resolución similar a las mejores máquinas que actualmente se comercializan en el mercado, y, ¡atención! utilizaremos cascos Bluetooth porque, indudablemente, son la última maravilla tecnológica. Plantronics o GN Netcom han puesto ya en el mercado auriculares-micrófono con más de un canal, que te permite utilizar un equipo de música, ordenador, televisión analógica, teléfono móvil o incluso el dispositivo de sonido del avión de forma inalámbrica, con total libertad de movimiento. Lo cual, sumado a la capacidad de memoria de las tarjetas, nos lleva a la posible desaparición o desuso de los actuales “tocadiscos” para ser sustituidos por... sí señor, por nuestros teléfono móviles. Un equipo multimedia por cada miembro de la familia. Para quienes detestan la individualidad y el aislamiento, el futuro no se presenta muy halagüeño. 

Siempre localizados Y si “nada en este mundo es verdad ni mentira, todo depende del color con que se mira”, lo que para los padres (y me atrevería a decir cónyuges) resulta una apuesta por la tranquilidad al poder saber con exactitud dónde están en cada momento sus hijos, la vida para los menores se complica, ya que los servicios de geolocalización satelital (mucho más exactos que los que se comercializan actualmente basados en la red celular) iniciarán su andadura entre los particulares y abrirán un mercado infinito en el que, por supuesto, la desaparición de mascotas, obras de arte, etc. llegará a ser igualmente pretérita –o al menos eso esperamos-. Allá donde haya algo importante, habrá un módulo de localización Galileo, GPS, celular e incluso mixto. En este aspecto, y en el lado positivo, hay que señalar que los nuevos teléfonos como el Siemens SXG75, con GPS incorporado (lleva un chip GPSone de Qualcomm) y cartografía dentro de sus aplicaciones, ayudará a los ciudadanos, conductores y vía andantes, a optimizar su tiempo, a conocer perfectamente: el punto al que se dirige, la ruta que debe seguir, la posibilidad de redireccionar su trayecto si hay un atasco o cualquier otro tipo de contingencia, el transporte que tiene cerca e incluso los puntos de interés que puede encontrar de camino. Si a eso añadimos la popularización de servicios -como los que ya ofrece el ayuntamiento de Madrid- que informan con increíble precisión en cuanto tiempo llegarán los dos próximos autobuses a nuestra parada, la capacidad de pagar el estacionamiento en remoto, de portar el abono transporte incorporado a la memoria de nuestro celular o incluso de informar al conductor sobre las plazas libres de aparcamiento (esto igual tarda más de cinco años en implantarse), las ciudades resultaran mucho más gratas y paulatinamente se irán humanizando. Y cuando decimos humanizando, puede resultar paradójico; pero, lo cierto, es que la tecnología nos conducirá hacia una sociedad menos estresada, hacia unas ciudades más civilizadas, hacia un grado de comunicación e interrelación mucho más elevado y, en definitiva, hacia una mayor calidad de vida como lo que a menudo olvidamos que somos: humanos. Podemos afirmar que incluso el bombardeo publicitario será personalizado.

Un mundo invisible y entre redes Detrás de todo esto, un montón de siglas nuevas que pertenecen a un ente que recupera el sentido de la palabra fe, ya que no nos queda más remedio que creer en él sin llegar a entenderlo y mucho menos a dominarlo. Switches, routers, modems, satélites, arquitecturas, plataformas y siglas, millones de siglas que, poco a poco, resultarán transparentes a los usuarios porque una tecnología convergente, en un mundo íntegramente digital (hasta ese momento todo será un medio camino), interconectado y global se está fraguando. Como primer paso, y antes del apagón analógico, veremos crecer y extenderse nuevas infraestructuras con impredecibles anchos de banda. Actualmente, tal y como aseguraba recientemente John McHugh (vicepresidente de HP ProCurve), las infraestructuras de comunicación se consideran un segundo plano en el desarrollo de nuevas tecnologías y, realmente, son el ‘quid’ de la cuestión. En 2010, es posible que alcancemos los 10 Gigas/segundo a través del par del cobre, pero será improbable que disfrutemos de él en la llamada última milla. La voz convencional dará paso a la voz IP, aunque la primera aún no habrá desaparecido y, por supuesto, la videollamada, la videomensajería, etc. serán la forma habitual de comunicarnos (McHugh aseguraba que nuestros mails podrán pesar 500 MB porque transmitirán vídeo). Los gobiernos harán nuevos repartos de frecuencia, unas se irán quedando vacías (como ocurrirá con la de 900 Mhz en la migración paulatina de GSM a UMTS) y otras se colapsarán, pero eso dará opción a nuevas utilizaciones como por ejemplo la cobertura celular de largo alcance y la penetración en interiores hasta 25 metros. Dentro de cinco años viviremos inmersos en la era de la movilidad y habrá banda ancha inalámbrica allá donde vayamos y ésta será sólida y de calidad. El roaming entre tecnologías será transparente, robusto y accesible, las aplicaciones a nuestra disposición superarán con creces nuestra imaginación y, por descontado, crecerán de la mano de los sistemas de seguridad. Así, OFDM, MIMO, UMA, WiFi, WiMax, WiBro, HSUPA... serán términos que sólo conocerán unos pocos, y para el resto de los mortales, se traducirá en un canuto cada vez más ancho gracias al cual cada vez disfrutaremos de más servicios y de una comunicación de voz, datos e imagen universal. Si nuestra voz pasa a través de la red celular o a través de la que soporte en ese momento la telefonía IP nos resultará indiferente, porque ellas se entenderán entre sí. Por nuestra parte, sólo cabe esperar que la lucha de patentes no vaya en detrimento de la calidad de los servicios, que los operadores y los fabricantes elijan lo mejor para los mejores (sus clientes), que desaparezcan las fronteras tecnológicas, incluido el roaming en Europa y, quien sabe, por imaginar... igual en estos cuatro años hasta el Madrid vuelve a ser campeón de Europa; será cuestión de cambiar el chip a los jugadores.

 

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