Hace justo un año de que la GSMA tomara esa decisión, una más de todas las empresas y asociaciones tecnológicas de Occidente para condenar la injustificada invasión rusa de Ucrania que ya ha dejado más de 7.000 civiles muertos, 12.000 heridos, 13 millones de refugiados y con cifras poco claras sobre los militares muertos, pero superando con creces los 100 mil fallecidos según todos los informes consultados.
Durante estos últimos 365 días (366 días si empezamos a contar desde la invasión) el mundo ha estallado como las bombas rusas que golpean suelo extranjero. La inflación se ha disparado por una grave crisis energética que ha dejado al descubierto la dependencia de Europa del gas ruso; las cadenas de suministro se han visto golpeadas por el cierre de vías de transporte como el tren que conecta China con Países Bajos y que cruza Ucrania; las tecnológicas han tenido que salir de Rusia para evitar sanciones de Estados Unidos o de la Unión Europea y, al mismo tiempo, por problemas para una correcta gestión de sus operaciones en el país que lidera con mano de hierro Vladimir Putin; asimismo han visto golpeada su mano de obra por las grandes operaciones que tenían en Ucrania y que han tenido que trasladar a otras zonas; el ciberespacio se ha convertido en un nuevo campo de batalla con el auge de ciberataques, especialmente con foco en la administración pública y la salud; y un sinfín más de cambios que aún estamos sufriendo.
El mundo nada tiene que ver con el que era hace un año, la pandemia ha pasado a un segundo plano y ya no es parte de nuestro a día a día, incluso Pedro Sánchez ha quitado las mascarillas del transporte público tras meses de espera de que Bruselas lo pidiera.
La OTAN, la organización del Tratado del Atlántico Norte, ha vuelto a recuperar su relevancia que dejó apartada tras la guerra fría y ha sumado nuevos miembros (Suecia y Finlandia) y en la Unión Europea ha sido capaz de ir todos a una, al menos, en una cosa: que Ucrania no debe caer y que, aunque no debe dejarse de lado la diplomacia, Ucrania merece defenderse y hay que apoyarla.
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Las bombas siguen cayendo en suelo ucraniano, y no hay previsión de que vayan a cesar pronto, lo que ha llevado a los gigantes tecnológicos a dar la espalda a Rusia y a salir de este país.
“Contra las agresiones hay que luchar porque es una amenaza contra la máxima esencia de la humanidad: la libertad”
Contra la guerra no cabe sino la lucha por la libertad, la lucha contra el que intenta someter a aquellos que considera inferiores. Contra la guerra, contra la invasión, contra las agresiones hay que luchar porque es una amenaza contra la máxima esencia de la humanidad: la libertad.
Desde aquí solo puedo esperar para que pronto las calles de Kiev puedan entonar aquello que John Lennon cantaba por la Guerra del Vietnam: ‘War is Over!’ o en palabras de Cat Stevens: “Porque al borde de la oscuridad, ahí va el tren de la paz. Oh, tren de la paz toma este país. Ven y llévame a casa otra vez”.
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Más actual podemos optar por una composición única, la que nos ofrece la inteligencia artificial de ChatGPT cuando le pedimos que nos componga una canción con el título ‘Deseos de paz’:
El sol se oculta tras las montañas,
Y el mundo se llena de oscuridad.
Oigo los gritos de dolor y miedo,
Siento el peso de la humanidad.
Oh, deseo que la guerra termine,
Que las armas se conviertan en semillas,
Que el amor reemplace al odio,
Y que la paz sea nuestra guía.
Las lágrimas inundan mi rostro,
Mientras veo la destrucción a mi alrededor.
Las bombas caen sin cesar,
Y no hay lugar seguro en el que esconderse.
Oh, deseo que la guerra termine,
Que las armas se conviertan en semillas,
Que el amor reemplace al odio,
Y que la paz sea nuestra guía.
No más dolor, no más sufrimiento,
No más hermanos y hermanas perdidos.
Es hora de dejar atrás la violencia,
Y abrazar la compasión y el perdón.
Oh, deseo que la guerra termine,
Que las armas se conviertan en semillas,
Que el amor reemplace al odio,
Y que la paz sea nuestra guía.
La paz es la única respuesta.
Es la única forma de avanzar,
Así que dejemos de lado nuestras diferencias,
Y trabajemos juntos para construir un mundo mejor.
Ese mundo mejor que nos pide la inteligencia artificial de OpenAI y Microsoft nunca volverá a ser como antes de esta guerra, y tampoco como antes de la pandemia, así que dejemos de pensar en recuperar la vieja normalidad y abracemos un nuevo tiempo, de paz y disrupción, tecnológica, social, económica y, ¿por qué no?, también sentimental.
Después de un año de dolor y sufrimiento, es momento de seguir reforzando la lucha al tiempo que empezar la reconstrucción de un mundo en el que la cooperación, el diálogo y el entendimiento sean las piedras angulares de nuestra sociedad. Un futuro en el que la diversidad sea celebrada y las diferencias respetadas.
Imagino un mundo en el que la tecnología y la innovación se utilicen para mejorar la calidad de vida de todos los seres humanos, en lugar de ser utilizados como armas de destrucción masiva. Un mundo en el que el acceso a la educación, la salud y la justicia sean universales y equitativos. No será fácil, para nada, pero como dicen que la guerra en Ucrania volverá a ser una normalidad en nuestro país es momento de construirlo desde hoy mismo, y cada uno de nosotros debe hacer su parte, con pequeñas acciones para lograr grandes cambios a nivel político y social.
“En la juventud está la semilla de la esperanza y el futuro"
El futuro es nuestro, de nadie más, y está en nuestras manos hacer que sea brillante y lleno de esperanza. En la juventud está la semilla de la esperanza y el futuro, y la tecnología humanista será la herramienta más útil.