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Por Adolfo Rodríguez-Bouza
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martes 19 de marzo de 2024, 17:00h

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La Fundación Cruz Roja Española, en colaboración con el CEDIH (Centro de Estudios de Derecho Internacional Humanitario), ha organizado un encuentro titulado ‘Neuroderechos en la Era Digital’, con el propósito de explorar las oportunidades y desafíos planteados por la irrupción de las neurotecnologías y la IA en nuestra sociedad. Este evento se enfocó en el impacto de estas tecnologías en los individuos y sus derechos, así como en la necesidad de establecer un marco ético-jurídico adecuado para estas nuevas realidades.

El encuentro, moderado por Pilar Bernat, fundadora de Zonamovilidad.es, ha contado con la participación de ponentes, entre ellos Rafael Yuste, neurobiólogo y catedrático de la Columbia University, Roberto Andorno, jurista y profesor en la Universidad de Zúrich, y Milena Costas, miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y profesora del CEDIH.

La neurotecnología, que comprende dispositivos y métodos para medir y alterar la actividad cerebral, está emergiendo como un campo de gran interés y expansión. En Estados Unidos, la inversión anual en neurotecnología alcanza los 900 millones de dólares, impulsada por el reconocimiento de que el cerebro no es solo otro órgano del cuerpo, sino el generador de toda la actividad mental y cognitiva humana.

El neurobiólogo Rafael Ayuste durante el encuentro ha destacado que estas tecnologías tienen tres aplicaciones principales, la científica, la médica y la comercial. Científicamente, permiten comprender cómo funciona el cerebro, un paso crucial en la historia de la ciencia y la humanidad. Médicamente, ofrecen esperanzas para abordar enfermedades neurológicas y psiquiátricas que actualmente carecen de cura efectiva. Comercialmente, prometen abrir nuevos horizontes industriales, similar a lo que ocurrió con el proyecto del genoma humano.

"Obama también utilizó una razón económica para convencer al Congreso de Estados Unidos de este proyecto y es que la generación de estas nuevas tecnologías abrirá un campo nuevo a la industria”

“El desarrollar estas tecnologías que te permitan entrar en la actividad cerebral, mapearla y cambiarla, tiene tres grandes aplicaciones. Una científica para poder entender cómo funciona el cerebro, y esto es una cosa crítica para la historia de la humanidad y la ciencia, porque el cerebro, como digo, es el origen de nuestro ser, nuestra propia definición como seres humanos. Y luego también hay una aplicación médica enfermedades cerebrales tanto neurológicas como mentales, psiquiátricas y que sabemos perfectamente que no tienen cura porque los médicos todavía no entendemos cómo funciona este órgano y no podemos curar estas patologías. Obama también utilizó una razón económica para convencer al Congreso de Estados Unidos de este proyecto y es que la generación de estas nuevas tecnologías abrirá un campo nuevo a la industria”, afirma Rafael Yuste, neurobiólogo y catedrático de la Columbia University,

Sin embargo, junto con estos avances vienen importantes desafíos éticos y legales, particularmente en lo que respecta a los derechos humanos. El acceso a los datos mentales y la capacidad de alterarlos plantean preocupaciones sobre la privacidad, la identidad personal. Además, existe el riesgo de sesgos y discriminación introducidos por la neurotecnología.

“Estamos ante desafíos muy importantes, fundamentales, desde el punto de vista de los derechos humanos, porque por primera vez en la historia podemos acceder a los datos mentales de las personas o incluso alterarlos"

“Estamos ante desafíos muy importantes, fundamentales, desde el punto de vista de los derechos humanos, porque por primera vez en la historia podemos acceder a los datos mentales de las personas o incluso alterarlos, es decir, estamos ante datos realmente personalísimos que están directamente vinculados al ser, a nuestra identidad, a nuestra vida íntima”, asegura Roberto Andorno, jurista y profesor en la Universidad de Zúrich.

Por otro lado, Yuste propone la idea de los neuroderechos como ampliación de los derechos humanos existentes para que cubran cinco áreas problemáticas asociadas con la neurotecnología. El derecho a la privacidad mental para que la actividad cerebral no sea descodificada desde nuestro consentimiento, el derecho a nuestra propia identidad personal, nuestra identidad mental que no pueda ser manipulada del exterior, el derecho a nuestra libre albedrio, a nuestra libertad de decisión que no pueda ser manipula y luego dos derechos sociales, el derecho al acceso equitativo a la neuroaumentación, porque estas neurotecnologías nos permitirán conectarnos con la interfaz cerebrocomputadora de una manera directa con la red y eso llevará al aumento cognitivo de la especie humana en percepción, en memoria, incluso en procesamiento de información. Y el último fue el derecho a la protección en contra de los riesgos de los sesgos que la neurotecnología puede introducir en nuestro cerebro, por ejemplo con discriminación.

Andorno ratifica que nuestro cerebro fue siempre considerado como una especie de zona protegida, área protegida, una zona que estaba más allá de posibles invasiones externas, si se quiere usar una metáfora, se puede decir que era como una especie de fortaleza que estaba inexpugnable, y sin embargo ahora esa fortaleza empieza a sufrir brechas, esas murallas de algún modo se empiezan a desmoronar, y hace falta la intervención del legislador del derecho para para suplir esas partes de nuestro cerebro.

Por supuesto que todo esto no implica desconocer los enormes aportes de las neurotecnologías en el ámbito médico, en el ámbito diagnóstico o de tratamientos de enfermedades neurológicas o psiquiátricas. Pero por eso, como en tantos otros ámbitos del desarrollo tecnológico, hace falta encontrar un equilibrio razonable entre las ventajas y los riesgos de estas tecnologías.

“Creo que no tenemos que ser ni catastrofistas, pero tampoco ir a que todo es beneficio y todo es positivo. Hay que tener la justa medida siempre"

“Creo que no tenemos que ser ni catastrofistas, pero tampoco ir a que todo es beneficio y todo es positivo. Hay que tener la justa medida siempre. Y también, hay que señalar que ya algunas aplicaciones ya crean algo de alarma desde el punto de vista de los derechos humanos. Por ejemplo, se está proponiendo el uso de los datos mentales para hacer inferir información sensible sobre la persona y la identidad de las personas”, sostiene Milena Costas, miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y profesora del CEDIH

Declaración Universal de Derechos Humanos aplicada a los neuroderechos

Aunque la Declaración Universal de Derechos Humanos ofrece una base sólida, es necesario adaptarla y desarrollar instrumentos legales más específicos para proteger los derechos en el contexto de la neurotecnología. Los avances en este campo demandan una reflexión profunda sobre sus impactos éticos, legales y sociales, así como la necesidad de encontrar un equilibrio entre los beneficios y los riesgos.

“La declaración universal ya es suficientemente general y que no creo que sea necesario, ni siquiera realista, introducir cambios en la declaración. Es el fundamento de todo el sistema de derechos humanos. Los pactos internacionales de derechos humanos, creo que esa sería la forma más realista también de introducir estos nuevos derechos humanos o la actualización de derechos existentes. Otra alternativa, es elaborar un único documento principios, como podría ser una declaración o una recomendación internacionales, la Unesco ahora está empezando justamente a formar un grupo de trabajo para elaborar un proyecto de recomendación”, afirma Roberto Andorno, jurista y profesor en la Universidad de Zúrich.

La lentitud inherente al proceso legislativo y de normatividad internacional plantea desafíos adicionales para abordar estos problemas. Sin embargo, la reciente resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre este tema refleja un reconocimiento de la urgencia y la importancia de actuar.

"Las cosas del Palacio van despacio y es verdad que en el ámbito de Naciones Unidas es increíblemente difícil mover la maquinaria porque hay que tener en cuenta que hay que poner de acuerdo con la mayor parte de los Estados Miembros” asegura Milena Costas, miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y profesora del CEDIH

A medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más entrelazado con la neurotecnología, es fundamental que la comunidad internacional trabaje en conjunto para desarrollar marcos éticos y legales sólidos que protejan los derechos fundamentales de las personas en esta nueva era de la ciencia y la tecnología.

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