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viernes 24 de noviembre de 2023, 16:00h

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El Black Friday, a pesar de sus atractivas ofertas, también plantea cuestiones importantes relacionadas con el impacto de la tecnología en el medio ambiente.

Este evento, originario de los Estados Unidos y que se ha convertido en un gran fenómeno comercial a nivel global, a menudo se caracteriza por un consumo exagerado de productos; y entre estos, los dispositivos electrónicos son sin duda los protagonistas. Dispositivos, que por su dificultad de reciclaje y por la facilidad con la que compramos las nuevas versiones sin haber realmente exprimido el potencial de la anterior, son los causantes el flujo de residuos sólidos que más crece en el mundo y que para el 2030 se prevé que alcance las 74,7 toneladas: la basura electrónica. Aunque este evento, el cual marca el inicio de las compras navideñas -otro gran momento de consumo en nuestra sociedad-, ofrece descuentos excepcionales en productos tecnológicos, el Black Friday es igualmente sinónimo del impacto sombrío en este viernes de descuentos.

"Es necesario abrir un debate sobre estos temas críticos, generados por el consumo excesivo y la falta de reutilización de nuestros dispositivos tecnológicos"

Es necesario abrir un debate sobre estos temas críticos, generados por el consumo excesivo y la falta de reutilización de nuestros dispositivos tecnológicos. Desde Back Market realizamos un estudio donde comprobamos que un joven de entre 16 y 24 años, si sigue al ritmo que llevan en la compra y desecho de móviles hasta los 85 años, habrán comprado una media de 48 dispositivos para cuando llegue a esa edad. Una cifra que es estratosférica si la multiplicamos por el número de personas que utilizan un teléfono móvil a esa edad, y ¿quién no tiene un teléfono móvil para entonces?

La industria tecnológica tiende a monopolizar la conversación en torno al Black Friday, promocionando sus ofertas sin abordar adecuadamente las preocupaciones sociales y medioambientales. Aunque esto esté cambiando, todavía queda camino a recorrer para que el consumidor medio se plantee, antes de adquirir lo nuevo, qué es necesario.

Para mí, el viernes 24 de noviembre es un viernes normal. Un viernes de estar en casa con manta y viendo una peli porque empieza a hacer frío en la calle, de hacer una excursión para ver los colores de otoño... un viernes, al fin y al cabo, como cualquier otro. En el que no estoy pegada a una pantalla ansiosa porque todo tiene “poco stock” y las ofertas se acaban en segundos durante días (en algunas webs semanas), sin hacer colas eternas mirándole la nuca al de delante durante horas, o sin pasarlo gastando mi tiempo y dinero en cosas que, seguramente, ni siquiera necesite. Yo abogo por una elección consciente al comprar productos tecnológicos: comprar únicamente si realmente lo necesitas. Y obviamente comprar reacondicionado.

"En España seguimos viviendo el Black Friday como una oportunidad, casi una fiesta y no vemos el riesgo que tiene incitar a un consumo masivo de dispositivos cuando realmente no son necesarios"

En cualquier caso, y no sucede así en todos los países, en España seguimos viviendo el Black Friday como una oportunidad, casi una fiesta y no vemos el riesgo que tiene incitar a un consumo masivo de dispositivos cuando realmente no son necesarios. En su lugar, necesitamos la apertura de un espacio crítico para abordar las implicaciones sociales y medioambientales del consumo excesivo de productos tecnológicos. El acceso a nuevas opciones y hábitos de consumo y su difusión y normalización son, sin duda, algunos de los aspectos más apremiantes del Black Friday.

Autor: Marta Castillo, responsable de Marca y Marketing de Back Market

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