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Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
jueves 04 de abril de 2024, 08:00h

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Hoy es uno de esos días en que una obligación se impone a otras y aquella, la primera, te impide estar en ese lugar al que deberías haber ido a dar fe de un día histórico y haberte convertido en ave rapaz a la caza de las mil reacciones.

La obligación, la universidad; el lugar, La Finca; el acto histórico, la presentación de MasOrange y las reacciones, en los despachos de Telefónica, operador que fue número uno al que la nueva telco supera por número de clientes; de Vodafone, el gran damnificado de un engaño digno de estudio empresarial, moral y jurídico; de Digi, donde la celebración supongo debe ser estilo noche electoral; de todos esos ejecutivos a quienes la operación prejubila, perjudica y les duele; de los triunfadores de la jornada, habitantes de las mil mesas de La Vega; de la CNMC, patrocinador del show, con o sin ganas; de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales; de la Dirección General de Telecomunicaciones, ¡cómo no!; y también de algunos compañeros periodistas que estarán enterrando grabaciones, comentarios, ‘tuits’ y hemeroteca.

Pero, por encima de todo, me gustaría tener un lector de pensamientos para saber qué rondaba hoy por la cabeza de Meini, de Meinrad, de Míster Spenger.

Sabía que llegaría el día que el implacable paso del tiempo y la tremenda revolución tecnológica y empresarial que vivimos me haría sentarme al teclado en plan abuela cebolleta. Igual hoy empiezo a envejecer… Es cierto que he visto caer o desaparecer compañías que parecían incuestionables: Motorola, Nokia, Sony, BlackBerry, Bq, Alcatel, … fusiones y transfusiones para llenar este artículo sólo con nombres…, directivos dioses que se creyeron inmortales y tropezaron con su propio pedestal; momentos inéditos como la rendición de Europa ante Qualcomm por la viabilidad de 3G, el nacimiento del iPhone bajo un Jobs mitificado o la invasión tecnológica de la fuerza oriental cuando los el mundo los creía dormidos; sin embargo, el nuevo MasOrange es distinto, me remueve los sentimientos.

Una mañana de 2005

Lo he contado muchas veces: una mañana de un año cualquiera en los albores del siglo, un austriaco tan joven y con tal cara de niño que parecía uno de mis universitarios me invitó a desayunar en el recién inaugurado Hotel Puerta de América y me explicó que él creía que en España hacía falta un nuevo operador de telefonía móvil porque los existentes, los hasta hoy tradicionales, no sabían gestionar el negocio y que, por eso, él y un amigo suyo habían fundado MásMóvil. Supongo que, si alguien me hubiera fotografiado la cara de estupor, a estas horas sería una de las que rezan para que nadie desempolve la hemeroteca; pero, por suerte, no fue así y me limité, con el pensamiento puesto en los Aliertas, Ladas, Vianas, Romanes, Garcías, Linares… de turno, a explicarle que en España competían tres (aún no teníamos Yoigo) de las compañías telefónicas más importantes del mundo, que yo creía que sabían muy bien lo que hacían, que en España desplegar era muy complicado porque era un país reticulado por montañas y que me parecía muy bien que creara un operador móvil virtual, que sería, sencillamente, ‘uno más’.

En 2015, la CNMC obligó a Orange a abrirle a MásMóvil la red 4G para que pudieran competir en ‘igualdad’ de condiciones

La historia no la vamos a repetir, hoy la han contado todos los medios nacionales, analógicos y virtuales. En 2014, cuando crecían bajo el paraguas de MásMóvil-Ibercom, los nuevos socios me aseguraron que aquel proyecto era muy serio, que no iba a haber más Belenes Esteban en nómina como especialistas en movilidad, que se habían acabado las campañas rechinantes y que su objetivo era el ‘mercado continuo’. Entonces creí y centré mi interés en todo lo que hacía el rubito: en saber quienes eran sus apoyos, en dar constancia de sus movimientos empresariales, en analizar con qué fondos trabajaban, en publicar sus cuentas o en escudriñar quién se unía a un equipo que cada día modificaba el DAFO aumentando sus fortalezas. Dato curioso, en 2015, la CNMC obligó a Orange a abrirle a MásMóvil la red 4G para que pudieran dar servicios de última generación y competir en ‘igualdad’ de condiciones.

El día que Meinrad recibió el testigo de Johan Andsjö y Eduardo Taulet y, paulatinamente, vi entrar por la puerta de la Avenida de la Vega (Alcobendas-Madrid) a Germán López, a Jacobo Gálvez, a Fernando Castro y a tantos y tantos...; gente joven, disruptiva, con ganas de éxito y dispuestos a pelear, me pregunté si aquella impertinencia de que él sabía más que nuestros grandes directivos podía ser verdad.

Y conquistó el paraíso

"Mister Spenger ha demostrado ser un líder visionario y un innovador incansable"

A tres de marzo de 2024, unos meses antes de cumplir los 50, pocos individuos destacan en España tanto como Meinrad Spenger, un empresario austriaco de nacimiento, español de residencia, al que aún le patina el acento en castellano, a quien algunos tachaban de eludir la verdad y otros creíamos que nos las decía a medias, ha dejado una marca indeleble en el sector de las telecomunicaciones españolas. Nacido en Seckau el 7 de mayo de 1975, casado con ‘la gran mujer’, con dos hijas preciosas, apasionado del esquí, Mister Spenger ha demostrado ser un líder visionario y un innovador incansable. De 0 a 100 en 20 años. Ahora le toca demostrar que no sólo sabía empujar, sino liderar, retener a quienes quieren ser él y los remedies se lo facilitan, aguantar el peso de la testa coronada y dirigir MasOrange, el operador de la consolidación.

Conocí a un niño, escruté a un joven, felicito a un líder… Hoy empiezo a envejecer.

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