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Por Federica Estrella
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Infozonamovilidades/4/4/18
sábado 06 de septiembre de 2025, 13:00h

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En 1956, la canadiense Anne Innis Dagg, con apenas 23 años, viajó sola a Sudáfrica para estudiar jirafas en libertad. Fue la primera investigadora occidental en hacerlo y descubrió algo que marcaría un antes y un después: cada jirafa tiene un patrón de manchas único, como si fuera una huella dactilar. Lo que en su momento fue un hallazgo revolucionario se ha transformado, casi setenta años después, en la base de una de las herramientas de conservación más avanzadas que se han desarrollado con inteligencia artificial.

Microsoft ha presentado GIRAFFE, una herramienta de código abierto creada por el equipo de Microsoft AI for Good Lab junto al Wild Nature Institute. Su función es ayudar a los conservacionistas a rastrear y proteger a las jirafas en peligro de extinción en Tanzania. Este proyecto, fruto de más de una década de colaboración, ya está aportando datos esenciales para estabilizar poblaciones críticas y abre una nueva etapa en la protección de la biodiversidad.

La urgencia es evidente. En Tanzania, la población de jirafas ha caído más de un 50% en los últimos 30 años. Las hembras adultas son víctimas frecuentes de la caza furtiva, lo que fragmenta los grupos y aumenta su vulnerabilidad. Para revertir esta tendencia hacen falta datos precisos sobre supervivencia, migraciones o reproducción, pero recopilar esa información de forma manual era hasta ahora un desafío enorme.

Ahí entra en juego la inteligencia artificial. GIRAFFE utiliza visión por ordenador para identificar jirafas a partir de sus manchas y automatiza el proceso de etiquetado y actualización de catálogos. Con ello, el trabajo de los investigadores pasa de tardar días a resolverse en minutos. Cada fotografía tomada en el terreno —generalmente desde el lado derecho del animal, que actúa como su “carné de identidad”— se compara con la base de datos para identificarla o marcarla para revisión.

Por su parte, Derek Lee y Monica Bond, del Wild Nature Institute, han explicado que “el software de reconocimiento de patrones y la visión por ordenador nos permiten rastrear a miles de jirafas. Fotografiamos a cada una que vemos y alimentamos el sistema con esas imágenes. Esa base de datos es esencial para saber dónde están prosperando y dónde no, y así poder tomar medidas eficaces para su protección”.

La fuerza de GIRAFFE no se limita a las jirafas. Aunque nació para ellas, puede adaptarse a cualquier especie con patrones visuales distintivos, desde cebras hasta tiburones ballena. Se trata de un avance que demuestra el valor de la ciencia abierta: una innovación creada para una especie puede beneficiar a muchas más.

El trabajo de campo del Wild Nature Institute y del Masai Giraffe Conservation Project ha sido decisivo para que esta herramienta sea posible. Y desde Microsoft remarcan que la inteligencia artificial, por sí sola, no salvará a las jirafas, pero que en manos de científicos comprometidos puede marcar una gran diferencia.

El mensaje es claro: si la tecnología se pone al servicio de la conservación, los gigantes más altos de la sabana todavía tendrán un futuro en el que caminar libres.

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