Los tipos de ciberdelincuentes, sus habilidades y las armas con las que cuentan son de lo más variados. Desde unos delincuentes menos sofisticados que atacan en grupo para intimidar a las compañías menos protegidas, hasta grupos de hackers avanzados que apuntan a "grandes premios" lanzando varias oleadas de ataques que pueden no incluir ningún malware, según Kaspersky Lab.
El estudio “Nuevas amenazas, nueva mentalidad: estar preparado para el riesgo en un mundo de ataques complejos” de Kaspersky Lab revela que los ataques dirigidos se han convertido en 2017 en una de las amenazas con un crecimiento más rápido, afectando más a las grandes empresas, llegando hasta el 34,3%, 7 puntos por encima de la media global. Y no se trata solo de la cantidad de ataques, dos tercios de los encuestados españoles (65%) coincidieron en que las amenazas son cada vez más sofisticadas y para el 54% es cada vez más difícil distinguir entre ataques genéricos y complejos.
Esto se está convirtiendo en un problema importante para las empresas españolas, que empiezan a darse cuenta de que en cualquier momento tendrán una brecha de seguridad (54%); pero aún no están seguras de cuál es la estrategia más efectiva para responder a estas ciberamenazas (39,7%). La dimensión del problema es aún más preocupante ya que el estudio muestra que la incertidumbre es significativamente más alta (63%) entre los encuestados que son expertos en seguridad TI y que, por lo tanto, están más familiarizados con el tema.
La mayoría de las empresas españolas (81%) cree que gastan lo suficiente o incluso gastan demasiado en protección contra ataques dirigidos
La mejor combinación de respuesta a incidentes: tecnología, personas y procesos
Sorprendentemente, y a pesar del alto nivel de incertidumbre sobre sus estrategias, la mayoría de las empresas españolas (81%) cree que gastan lo suficiente o incluso gastan demasiado en protección contra ataques dirigidos.
Esto tal vez se debe a la forma en que se percibe la protección contra las ciberamenazas. A veces simplemente se consideran un problema técnico que debe resolverse mediante la compra y el despliegue de soluciones de ciberseguridad más avanzadas. Sin embargo, un enfoque más equilibrado de la respuesta al incidente incluye invertir no solo en las tecnologías adecuadas, sino también en personas con habilidades específicas y en los procesos correctos.
La tecnología es uno de los componentes más importantes en este conjunto. Como muestra el estudio, existe una clara necesidad de soluciones de seguridad que vayan más allá de la prevención y proporcionen un paquete más completo, además de agregar una funcionalidad de detección y respuesta. Por ejemplo, el 61,5% de las empresas españolas reconocen que necesitan mejores herramientas para detectar y responder a las amenazas persistentes avanzadas (APT) y los ataques dirigidos.
La rapidez en la detección es crucial para reducir el impacto financiero de un ataque. Según el estudio, en el último año, menos del 25% de las compañías españolas (23,3%) descubrieron su incidente de seguridad más grave durante el primer día. Es más, la detección inmediata reduce significativamente el coste medio de recuperación, por ejemplo, del millón en aquellas empresas que tardan más de una semana en detectar la amenaza, a los 400.000€ para aquellas que pueden llegar a detectar una amenaza inmediatamente.
El equipo humano es otro componente decisivo. El 54% de las empresas reconoce que necesitan contratar a más especialistas con experiencia específica en seguridad de TI, principalmente en gestión SOC, respuesta a incidentes y búsqueda de amenazas. No debe sorprender a nadie que la falta de expertos internos aumente en un 15% la exposición de una empresa a los ataques dirigidos, y que también aumente el impacto financiero medio de un ataque, haciendo que pase de los 850.000 € a sobrepasar el millón.
Pero, en general, para poder combatir eficazmente las ciberamenazas complejas, las organizaciones también deben pensar en la respuesta al incidente como un proceso, no como un destino. Esto significa que hay una necesidad de un marco integral de investigación de incidentes, compuesto por monitorización permanente, detección avanzada y mitigación crítica de incidentes de seguridad.