Las personas con cargos directivos valoran más la funcionalidad que el ahorro, mientras que los trabajadores, ya sean o no cualificados, sí se fijan en los precios más económicos, pero también en la posibilidad de encontrar bienes y servicios que de otro modo no podrían obtener. Son algunas de las conclusiones más interesantes del estudio que también apunta a la confianza como el factor clave para participar en la economía colaborativa.
«Las expectativas de confianza, tanto hacia la plataforma como hacia los usuarios, son fundamentales para entender la economía colaborativa», Torrent.
Como Wallapop, la mayoría de estas plataformas se organizan por medio de aplicaciones móviles y páginas web donde los usuarios interaccionan directamente entre ellos, sin la presencia constante y vigilante de una persona que supervise los intercambios. «Las expectativas de confianza, tanto hacia la plataforma como hacia los usuarios, son fundamentales para entender la economía colaborativa», cuenta Torrent.
«La gente primero usa las plataformas como consumidor, y cuando cuenta con experiencia y confianza, las usa para proveer servicios, usos o trabajo», indica el catedrático. Este es el caso de casi todos los emprendedores o autónomos que terminan proveyendo servicios mediante plataformas de economía colaborativa como Glovo o Deliveroo. Algunos llegan a hacer de su trabajo con la plataforma la principal fuente de ingresos, convirtiéndose en crowdworkers.
Crowdworkers, un modelo laboral al alza
Tan solo el 3,5 % de los europeos son proveedores en el ámbito de la economía colaborativa. De estos, el colectivo más numeroso son los autónomos: el 7,9 % de los emprendedores europeos provee bienes o servicios para la economía colaborativa. Según los datos, autónomos y pluriempleados son las personas más susceptibles de terminar ofreciendo allí sus servicios, de forma que pueden aumentar sus sueldos a fin de mes.
Los trabajadores por cuenta propia que se hacen proveedores lo hacen por razones que van más allá de recibir dinero a cambio.
El estudio advierte de que los trabajadores por cuenta propia que se hacen proveedores «lo hacen por razones que van más allá de recibir dinero a cambio, lo que no ocurre con ningún otro grupo», explica Torrent. Según la investigación, los crowdworkers valoran la posibilidad de obtener ingresos extras, pero también de lograr un mejor balance entre el trabajo y la vida personal, y la autonomía y el control sobre su carrera profesional. Sin embargo, la inestabilidad de los servicios prestados por medio de estas plataformas y la consiguiente variabilidad de los ingresos, así como el aislamiento y el estrés, preocupan a los trabajadores.
«La plataformización del trabajo tiene muchas ventajas, pero también muchos inconvenientes», alerta Torrent. Destaca, por ejemplo, la reducción de costes y la posibilidad de que un usuario pueda actuar como consumidor y proveedor en un mismo mercado. Por otro lado, Torrent también hace hincapié en el peligro de las deslocalizaciones: «es una manera de que las empresas se desvinculen de los gastos de protección social del trabajador».
Hacia un nuevo contrato social
La digitalización y la flexibilidad de este modelo económico exige «un nuevo contrato social que encamine este modelo hacia una transformación económicamente viable, socialmente responsable, y neutra con el clima y saludable», según señala el investigador.
Es urgente atender a las condiciones laborales de los crowdworkers.
Toda Europa, incluida España con la llamada ‘ley rider’, se ha visto obligada a regular estos nuevos modelos laborales. «Al principio, la economía colaborativa estaba orientada al altruismo y al intercambio, pero el éxito del negocio, en cierto modo extractivo, ha debilitado los modelos más puramente colaborativos», apunta Torrent. Por este motivo es urgente atender a las condiciones de este tipo de trabajadores.
Ayuda para la recuperación
La oportunidad que presenta este tipo de trabajos también debe aprovecharse en plena crisis por la Covid porque, como aseguran desde la UOC, «no habrá recuperación posible sin una transformación digital que haga la economía más sostenible». Los sectores que se han mostrado más flexibles con las prácticas remotas o virtuales son los que han sufrido menos las consecuencias de la crisis y por ello la economía colaborativa se postula como una buena herramienta para articular la recuperación: «sus infinitas posibilidades hacen de las plataformas digitales no solo un nuevo agente económico que reduce costes de transacción, sino también una de las innovaciones más importantes de los últimos años», afirma Torrent.