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Por Alfonso de Castañeda
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alfondcctelycom4com/8/8/17
miércoles 12 de noviembre de 2025, 09:00h

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El mercado mundial de las telecomunicaciones atraviesa una nueva fase de madurez. Tras dos décadas de fuerte expansión impulsada por la conectividad móvil, la fibra y el auge de los servicios digitales, los grandes operadores se enfrentan ahora a un crecimiento plano.

Según el último Worldwide Telecom Services Tracker de IDC, el sector apenas avanzará un 1,7% en 2025, con un valor total estimado de 1,53 billones de dólares. El dato confirma una tendencia que los analistas ven irreversible: la industria ha alcanzado un punto de saturación en los mercados más desarrollados y la competencia, cada vez más intensa, limita la capacidad de aumentar ingresos.

A ello se suma la ralentización económica global, el aumento del proteccionismo y un entorno político inestable que frena la inversión. En este contexto, los operadores buscan oxígeno en la tecnología que más está transformando la economía digital: la inteligencia artificial.

Margen en lugar de crecimiento

Durante años, el crecimiento del tráfico de datos compensó la caída de los ingresos por voz y televisión de pago. Sin embargo, ese equilibrio se ha agotado. Los márgenes de beneficio se estrechan, los costes de despliegue de 5G siguen siendo elevados y la competencia de plataformas OTT continúa erosionando la rentabilidad.

Ante esta realidad, las grandes telecos han cambiado su prioridad. Ya no se trata tanto de crecer, sino de proteger los márgenes. La estrategia pasa por mejorar la eficiencia operativa y recortar gastos mediante la automatización de procesos. En otras palabras: hacer más con menos.

El despliegue masivo de IA en las redes ya no es un experimento de laboratorio. Operadores como Telefónica, Vodafone o Deutsche Telekom están aplicando modelos de aprendizaje automático para anticipar incidencias, optimizar el tráfico y reducir el consumo energético.

IDC señala que estas aplicaciones ya están contribuyendo a mejorar los márgenes de EBITDA de los operadores más avanzados

Los sistemas de mantenimiento predictivo permiten identificar fallos antes de que afecten al usuario, mientras que las herramientas de atención automatizada resuelven incidencias sin intervención humana, reduciendo los tiempos de respuesta. IDC señala que estas aplicaciones ya están contribuyendo a mejorar los márgenes de EBITDA de los operadores más avanzados.

Pero el potencial de la IA no se limita a la gestión de la red. También está transformando la relación con los clientes. La analítica avanzada posibilita ofertas personalizadas, modelos de precios dinámicos y predicciones de abandono, ayudando a reducir la rotación de usuarios (churn). En paralelo, los sistemas de detección de fraude basados en IA refuerzan la seguridad y la confianza de los consumidores.

5G, edge y nuevos modelos de negocio

El siguiente gran reto pasa por monetizar 5G y la computación en el borde (edge computing), dos tecnologías que hasta ahora no han generado el retorno esperado. La inteligencia artificial aparece aquí como el elemento que puede convertir el despliegue de infraestructura en ingresos reales.

Gracias al análisis de datos en tiempo real, las telecos pueden ofrecer servicios personalizados a empresas, industrias o administraciones públicas, desde la gestión de flotas conectadas hasta la supervisión de redes energéticas o de transporte. Este salto hacia los servicios B2B se presenta como el camino más claro para diversificar los ingresos y consolidar la rentabilidad.

Desigualdad geográfica y nueva competencia

El enfriamiento del mercado no se reparte de forma homogénea. En Europa, Oriente Medio y África (EMEA), el crecimiento previsto para 2025 será del 3,2%, aunque impulsado sobre todo por los países emergentes. Turquía, Egipto y Nigeria sostienen el incremento, mientras que Europa Occidental se mantiene prácticamente estancada. La fragmentación del mercado, los elevados costes de despliegue de 5G y la falta de una política industrial común limitan la rentabilidad de los grandes grupos.

En el continente americano, la situación es desigual. América del Norte muestra estabilidad en los ingresos, pero con márgenes cada vez más estrechos, mientras que América Latina crece por encima de la media mundial, aunque desde una base más baja. Brasil, México y Chile lideran la expansión gracias al avance de las redes de nueva generación y a la digitalización empresarial, mientras otros países siguen condicionados por la inflación y la devaluación de sus monedas. Aun así, la región representa uno de los pocos focos donde los operadores internacionales encuentran margen para aumentar su presencia sin comprometer la rentabilidad.

Ingresos por servicios regionales globales y crecimiento interanual (ingresos en miles de millones de dólares)

Región global

Ingresos en 2024

Ingresos en 2025

25/24

Crecimiento

Americas

$568

$574

1,0%

Asia/Pacífico

$476

$481

1,0%

EMEA

$462

$477

3,2%

Total general

$1,507

$1,532

1,7%

El epicentro del dinamismo global sigue en Asia-Pacífico, donde conviven mercados maduros y economías en rápido desarrollo. China continúa siendo el mayor inversor en infraestructuras 5G y redes industriales, y Japón y Corea del Sur concentran la mayor densidad tecnológica del planeta, aunque con un crecimiento limitado. El verdadero motor es India, que registra un aumento de dos dígitos en los ingresos medios por usuario (ARPU) gracias al auge del consumo de datos, la digitalización de servicios públicos y el despliegue masivo de 5G, situándose como el país más dinámico del sector.

En África y Oriente Medio, la expansión de la banda ancha móvil, los servicios financieros digitales y el despliegue de 4G y 5G están impulsando la conectividad. Países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Sudáfrica lideran el crecimiento, mientras que las economías subsaharianas amplían su base de usuarios con modelos de mobile money. Sin embargo, gran parte del avance es nominal y responde a efectos inflacionarios más que a una mejora real del consumo.

El mapa global deja así una clara fractura: los mercados maduros buscan eficiencia y consolidación para sostener márgenes, mientras los emergentes impulsan el volumen pero exigen mayores inversiones y una gestión más flexible del riesgo.

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