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Ciclo de Kondratieff
Ciclo de Kondratieff

Kondratieff y las 48 horas más estresantes del sector telco

Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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Tal vez muchos de los asistentes al 27 encuentro de las Telecomunicaciones de Santander lleven horas preguntándose o intentando recordar, en el mejor de los casos, quien era Nicolai Kondratieff, un insigne economista ruso cuya vida cabalgó el cambio del pasado siglo y que consideraba que los ciclos económicos tenían una duración aproximada de 54.

El por qué de la curiosidad es porque el presidente de Vodafone, Francisco Román, se refirió a él en su presentación en la Menéndez Pelayo para subrayar la realidad constatable de que hoy los ciclos económicos son más cortos y que, en este momento, todo el mundo coincide en que se inicia un nuevo periodo de ascenso impulsado por el desarrollo de la Banda Ancha.

Sin embargo, el ciclo largo de Kondratieff se compone de cuatro fases: subida, depresión, recuperación y caída con un requisito intermedio que es la existencia o necesidad de alguna guerra en cada una de las curvas. Y aunque el ruso hablaba de economía, no de psicología o sociología, cabría extrapolarlo e incluso adaptarlo a todas y cada una de nuestras vidas e incluso al devenir de cada día; especialmente a jornadas como las 48 horas, que llevamos vividas en este vigésimo séptimo encuentro del sector de las Telecomunicaciones que tiene lugar en Santander, durante las cuales no hemos ganado para sobresaltos, subidones, caidas, momentos de recuperación e incluso de bajón; de mucho bajón.

De hecho, no acabábamos de digerir la ausencia -o me atrevo a decir plantón- del Consejero Delegado de Telefónica en la habitual cena con la prensa (aunque se rumorea que estaba intentando solucionar su propio ciclo económico, en plena depresión, en tierras brasileñas), cuando se confirmó la cien mil millonaria venta de la participación de Vodafone en Verizon. Y, entonces, aquel operador a quien los analistas veían fuera de juego en el ajedrez de la consolidación europea, presume de solvencia y se convierte en centro de todas las miradas como estrella de un baile al que ahora acude lustroso y con multitud de aspirantes.

Y no habíamos finalizado la celebración, con tintes de gala, de un premio sectorial concedido al BBVA, cuando el sol sale con Nokia o para Nokia y amanecemos con una noticia tan tranquilizadora para la compañía como triste para Europa: Microsoft ha comprado el último fabricante de telefonía móvil europeo que quedaba en pie; aquel que lideró el mercado mundial con cuotas de más del 50%; el innovador; el que presentaba un terminal por segundo; el digno y orgulloso adalid de las comunicaciones inalámbricas que ha caído por no rendirse a tiempo ante el ‘enemigo’ americano que abrió trocha a la tercera generación, evidenciando tanto su incapacidad como la de Ericsson para llegar a buen puerto y que, sin embargo, nunca los hubiera arrastrado a la debacle. Ahora el debate es si Stephen Elop es Cesar o Bruto en el Kondratieff propio de la compañía nórdica… y quién sabe si lleguemos a descubrirlo.

Para completar el escenario y como telón de fondo a tanto estrés periodístico, otro momento crítico para la emotividad: la despedida del presidente de una guillotinada CMT que deja los deberes inconclusos no porque no fuera aplicado sino porque el profe lo ha echado de clase antes, incluso, de empezar el curso; obligándolo a dejar a medias una necesaria regulación y la resolución de un conflicto que está en pleno auge: el acuerdo Telefónica / Yoigo para el lanzamiento de la 4G. Si su nota era suspenso o sobresaliente nunca lo sabremos… la estupefacción de un sector casi ninguneado por el Gobierno ha sido mayúscula.

Igual Kondratieff está en lo cierto y va a ser verdad que cada ciclo viene acompañado de sus correspondientes guerras.

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