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José María Álvarez Pallete y Cesar Alierta. Telefónica
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José María Álvarez Pallete y Cesar Alierta. Telefónica (Foto: Pilar Bernat)

El día en que Alierta nos dio la no sorpresa

Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
martes 29 de marzo de 2016, 18:41h

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Hoy es ese día sobre el que tantas veces hemos especulado los periodistas que cubrimos tecnología o economía. Hoy es ese día en el que todos nos tiramos al teclado, no sólo para dar una noticia mil veces esperada, sino para opinar y hacer églogas a quien deja el cargo o poemas épicos a quien lo toma. Hoy es el día en que Alierta ha decidido dejar Telefónica, en que ‘Cesar’ dice adiós a quienes tantos años lo siguieron, en que España abre la puerta del retiro a un gran adalid de su marca.

Y tal vez frente a nuestras pantallas nos preguntamos por qué no lo dejó a los 65 años; por qué no tiró la toalla tras la muerte de su amigo Botín y del gran Areces, por qué no cedió al dolor cuando lloró la muerte de su esposa; por qué no se apartó cuando la jueza Manuela Carmena -sí, sí, esa Carmena- lo consideró culpable en el caso Tabacalera. Pero el tiempo habla contrarrestando la inquietud del periodista y tal vez, sólo tal vez, hay que recurrir a una de las frases favoritas del hoy ya presidente ‘in pectore’, José María Alvarez Pallete: “El jefe siempre tiene la razón”.

Y parece que la ha tenido. Analizando las evidencias, consideramos que Alierta ha esperado a finalizar la transición, la que llaman “travesía del desierto”, que ha vivido una compañía dispuesta a esprintar en la nueva era y, llegado el momento de arrancar, ha cedido el testigo a quien en el equipo de relevo tiene preparada la estrategia a futuro y se perfila como el gran velocista que va a liderar esta carrera.

No sé si vamos a echar de menos esos ‘ejjque’ renqueantes que tantas sonrisas nos arrancaron; ese inglés españolizado que hablaba con soltura ante un luminoso imaginario que rezaba ‘porque yo lo valgo’; esos días en que ponía en marcha, siempre de forma inesperada, la centrifugadora de cargos directivos o aquellos de resultados en que lo mejor de sus discursos siempre eran sus respuestas.

Como gracias a Dios no se ha muerto, no vamos a hacer un canto a sus bondades. Alierta ha sido un hombre con una carrera profesional llena de claroscuros, de días y de decisiones no siempre brillantes; pero que cogió ‘nuestra’ compañía Telefónica y la instaló en el mapamundi de los grandes convertida en el Grupo internacional que hoy es.

Los tiempos cambian y no veo yo a Alierta debatiendo con Podemos, podemitas o pseudo- ‘podemosos’; eso queda para quien goza de paciencia y de prudencia (y creemos que Pallete la tiene). Ahora se dedicará al Consejo y a la Academia y a disfrutar de una vida y de una situación económica que seguro no debe preocuparnos.

Hoy todo el mundo habla de su bueno y su malo y nosotros nos vamos ceñir a la plantilla. En su haber: el gran Julio Linares, fichar a Carlos López Blanco, el actual y muy profesional cuadro de directivos al frente de números y operaciones o haber montado un tándem tan revolucionario como electrizante: el que aún forman Pallete y Luís Miguel Gilpérez.

En el debe, permitir que la empresa fuera un coladero de políticos y compromisos cuestionables -por muy válidos que fueran para las tareas de lobby- o haberse deshecho de ejecutivos con visión y fieles a la compañía, en aras o a causa de muchos otros mediocres venidos de allende o aquende los mares.

El Grupo Telefónica vive jornada de cambio y rinde honores al hombre, al presidente que los ha dirigido durante 17 años; al maño que les enseñó que más allá de un operador nacional se puede ser un grupo multimedia multinacional, semilla y germen de la revolución digital.
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