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miércoles 23 de junio de 2021, 10:00h

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La pandemia ha transformado el mundo en el que vivíamos. A medida que la COVID-19 se ha ido expandiendo por el mundo, las grandes ciudades se han convertido en epicentros nacionales de la pandemia (Naciones Unidas calculó en julio de 2020 que concentraban en torno al 90 % de los casos), dado que su alta densidad de población y gran movilidad de personas amplifican la difusión y la transmisión de la enfermedad.

Las grandes ciudades como epicentro de la pandemia

Las urbes han sido especialmente golpeadas por la COVID-19, tanto desde el punto de vista social como desde el económico. Dentro de este nuevo escenario, los núcleos urbanos deben desarrollar la capacidad para poder predecir las alertas sanitarias, medioambientales o de cualquier otro tipo.

La rápida gestión de la mayor parte posible de información relevante se convierte en una herramienta imprescindible, y, por ello, resulta decisivo el papel que pueden jugar las tecnologías digitales, como el internet de las cosas, el big data y la inteligencia artificial.

La COVID-19 ha obligado a redefinir las plataformas digitales existentes para la gestión urbana, trayendo consigo nuevas formas de interactuar, compartir, comprometer al ciudadano y tomar decisiones. En este sentido, Valencia fue seleccionada por la ONU para coordinar estrategias de smart city contra el coronavirus.

De acuerdo con una encuesta llevada a cabo este año por el Capgemini Research Institute, el 68% de los responsables municipales de distintos países reconocen que las iniciativas relacionadas con la smart city puestas en marcha en sus ciudades los han ayudado a gestionar con eficiencia la crisis.

Valencia fue seleccionada por la ONU para coordinar estrategias de smart city contra el coronavirus.

Por ejemplo, en el Reino Unido se analiza la efectividad de las medidas del distanciamiento social del Gobierno recogiendo datos de los peatones mediante sensores. De media, el 80% de los funcionarios encuestados en distintas ciudades del mundo opinan que la gestión de emergencias debe estar incluida en las estrategias de las ciudades inteligentes, cifra que en el caso de España sube al 85%.

Hacia ciudades sostenibles centradas en las personas

La urbanización del planeta se acelera. Naciones Unidas establece que el 55% de la población mundial vive en ciudades, y predice que en 2050 esta cifra superará las dos terceras partes. Además, es probable que en 2030 existan 43 megaciudades de más de 10 millones de habitantes. Sin embargo, actualmente existen muchos problemas que dificultan la vida de los ciudadanos, que minan su calidad de vida o reducen su nivel de bienestar.

Capgemini llevó a cabo la encuesta citada arriba en abril de 2020 a una muestra de 10.000 personas que viven en ciudades en 10 países, en la que planteó qué factores son los más negativos de la experiencia urbana. Globalmente, las principales quejas señaladas son el coste de la vida (52% de los encuestados) y los altos niveles de contaminación (42%), aunque también fueron destacados temas como las insuficientes oportunidades económicas (42%) y la falta de seguridad (40%).

El ciudadano manifiesta una gran confianza en la capacidad del concepto de ciudad inteligente para mejorar las condiciones de la vida urbana. En concreto, el 58% de los encuestados consideran de media que las iniciativas tecnológicas relacionadas con la smart city harán su localidad más sostenible, y el 57% creen que mejorará los servicios públicos locales. En el caso de los ciudadanos españoles estas cifras superan la media: 63% y 61%, respectivamente.

El 64% de los españoles están de acuerdo en que la ciudad inteligente trae consigo una fuerza de trabajo altamente cualificada y aumenta el número de emprendedores y startups que deciden instalarse en ella, atraídos por unos mejores servicios públicos. Todo esto conlleva un efecto positivo sobre el empleo y sobre los recursos disponibles y, en consecuencia, sobre el nivel de vida local.

Sobre los beneficios que más valoran las empresas de una ciudad inteligente, otra encuesta, esta vez realizada por The Economist Intelligence Unit, destaca sobre todo —más de un 30% de las respuestas— la fiabilidad y eficiencia de los servicios públicos, y la sostenibilidad medioambiental. En un segundo grupo, destacado por más de un cuarto de la muestra, se encuentra la calidad de la conectividad a internet, el entorno innovador y la sensación de seguridad, tanto para la empresa como para sus empleados.

El 64% de los españoles están de acuerdo en que la ciudad inteligente trae consigo una fuerza de trabajo altamente cualificada.

El 75% de los ciudadanos lo hacen por lo menos una vez al mes a través de la web, y el 71% por medio de aplicaciones móviles. Más de la mitad de los ciudadanos hacen uso de quioscos con pantallas táctiles para realizar gestiones, servicios automáticos de contestación de llamadas telefónicas y superapps. Los menos utilizados —por debajo de la mitad de la muestra— son las interfaces de voz en lugares públicos y los chatbots.

El índice elaborado por el IESE Cities in Motion identifica en nuestro país hasta diez ciudades inteligentes, y sitúa a España como la nación europea con más iniciativas en este sentido. Se trata de un indicador sintético que compara 174 ciudades de 80 países, y evalúa los elementos que considera que contribuyen al desarrollo del modelo de ciudad del siglo: ecosistema sostenible, actividades innovadoras, equidad entre ciudadanos y territorio conectado. Los núcleos urbanos españoles incluidos en el ranking son La Coruña, Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Murcia, Palma de Mallorca, Sevilla, Valencia y Zaragoza.

Las plataformas de ciudades inteligentes

A grandes rasgos, las plataformas de ciudades inteligentes son herramientas digitales que integran la información de una ciudad y que hacen uso de métricas para desarrollar cuadros de mando que orienten en la toma de decisiones, y en la respuesta a determinados problemas relacionados con la gestión municipal. Asimismo, permiten llevar el seguimiento del grado de éxito obtenido por acciones y programas emprendidos.

Las plataformas de ciudades inteligentes están estructuradas en una serie de capas, que a grandes rasgos se pueden resumir en:

  • Los sistemas de captación, que están conformados por las redes de sensores y actuadores, sistemas externos, redes sociales, etc.
  • La capa de adquisición o interconexión, que ofrece los mecanismos para la captación de datos desde los sistemas de captación y abstrae la información con un enfoque semántico estándar.
  • La capa de conocimiento, encargada de recibir datos de las capas de adquisición de interoperabilidad y ofrecer el procesado de datos, la incorporación de valor y la transformación de servicio.
  • La capa de interoperabilidad, cuya misión consiste en ofrecer interfaces y conectores para que los sistemas externos puedan acceder a la plataforma, y permite construir servicios a partir de los datos. Para ello debe ofrecer la API nativa de acceso a los datos de la capa de conocimiento.
  • La capa de servicios inteligentes, que está constituida por los servicios municipales conectados a través de la capa de interoperabilidad. Estos servicios pueden formar parte de la plataforma o ser externos.
  • La capa de soporte, destinada a ofrecer servicios comunes como auditoría, monitorización, seguridad, etc.
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