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Entrada de The Uncensored Library, un servidor y mapa de Minecraft lanzado por Reporteros sin Fronteras y creado por BlockWorks, DDB Berlin y MediaMonks como un intento de eludir la censura en países sin libertad de prensa.
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Desinformación en tiempos de coronavirus

Por Alfonso de Castañeda
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alfondcctelycom4com/8/8/17
viernes 17 de abril de 2020, 10:00h

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En las últimas semanas hemos asistido a un sinfín de comentarios y de opiniones diversas en las redes sociales de expertos, y no tan expertos, sobre el eterno debate que engloba la desinformación, la censura y la libertad de expresión.

En tiempos de crisis y, sobre todo, con un Gobierno más poderoso que en situaciones normales y un Estado de alarma que supera el mes de duración, es vital que la prensa, la libertad de expresión y el periodismo puedan trabajar de manera correcta, sin obstáculos y con todo su derecho para poder mantener la democracia en España. Muy manida es la frase que dice que ‘sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia’, pero es tan manida como cierta.

"El papel del periodismo durante toda la historia ha sido fundamental para poder mantener unos buenos niveles de democracia"

En estos tiempos, es más necesario que nunca el periodismo. Y no sólo porque la sociedad necesita información, sino porque el Gobierno necesita un control. No porque sea un Gobierno socialista o un Gobierno social-comunista, sino porque son el poder que rige el país ahora mismo y necesita un contrapunto, un contrapoder que ponga algunos límites, y ahí entra en juego la prensa.

Ya hace cientos de años que la desinformación y las noticias falsas existen y son utilizadas por unos y por otros para conseguir sus objetivos, pero desde la llegada de Internet y el auge de las redes sociales, este fenómeno se ha disparado.

El mal del periodismo

El 2016 marcó un antes y un después en el sector. Facebook, principalmente, por ser la red social con más usuarios del mundo, fue un caldo de cultivo de noticias falsas empleadas por unos y por otros políticos en unas elecciones estadounidenses que estarán siempre manchadas por esta sombra, pero después de aquellos comicios han venido muchos más (y si no que nos lo digan a los españoles…) y se han generado grandes momentos de tensión, como el 1-O en Cataluña y los atentados terroristas en Barcelona en 2017, entre otros.

Lo que no es entendible es que un partido político impulse una campaña para luchar contra la desinformación, argumentando que la única verdad es la que aportan las denominadas “fuentes oficiales”

Esta situación ha provocado que nazcan los denominados verificadores de la información, grupos de periodistas, teóricamente transparentes y sin sesgo político y/o económico de ningún tipo. Por tanto, son entendibles las críticas que se vierten desde un lado de la sociedad a los dos grandes verificadores españoles (Maldita.es y Newtral), por sus vínculos con la cadena de televisión La Sexta y su sesgo ideológico, pero también es igual de entendible la defensa de ambos, sobre todo del primero, por su amplía labor para combatir la desinformación tanto de izquierda como de derecha. A ellos, sólo nos queda exigirles transparencia y profesionalidad.

Lo que no es entendible es que un partido político, que está en el Gobierno, impulse una campaña para luchar contra la desinformación, argumentando que la única verdad es la que aportan las denominadas “fuentes oficiales”, que no digo que mientan, pero deben ser contrastadas, y sino pongamos como ejemplo lo que ha ocurrido en Irán (no estoy comparando a Irán con España), donde se le ha suspendido la licencia de periodista a tres profesionales de Reuters por contradecir la supuesta información oficial sobre el coronavirus, o dicho de otra forma, por hacer su trabajo.

La censura

En este escenario entra en juego un factor fundamental: la censura. En las últimas horas hemos visto un gran debate sobre la censura a raíz de una información en Vozpopuli relacionada con los verificadores anteriormente mencionados y su trabajo con Facebook y WhatsApp, pero también hemos podido ver como el mismísimo CIS planteaba una pregunta sobre si habría que ceñirse a la información oficial para frenar los bulos sobre la pandemia del coronavirus.

"La experiencia indica que el control gubernamental de la información genera muchos más rumores y bulos que la información libre y plural"

La pregunta, más allá de ser tendenciosa y engañosa al llevar implícita la respuesta, es sólo una muestra más de la fina barrera en la que se mueve el Gobierno para tratar de combatir la desinformación, mantener la libertad de expresión y tratar de controlar el discurso de la opinión pública.

La realidad es que frenando o limitando la información, ya sea sobre el Covid-19 o sobre cualquier otra cuestión, a las llamadas “fuentes oficiales” no se paran ni se neutralizan los bulos, sobre todo porque como ya defiende la propia APM, “la experiencia indica que el control gubernamental de la información genera muchos más rumores y bulos que la información libre y plural”.

Recientemente, Facebook ha anunciado que avisará a los usuarios que hayan interactuado con desinformación relacionada con el coronavirus Covid-19. Como parte de sus labores para luchar contra la desinformación, la compañía se ha aliado con más de 60 verificadores en diferentes países del mundo, que una vez señalan una información como falsa, su difusión se reduce y se marca con contexto.

Objetividad y sesgos ideológicos

La idea de cualquier estudiante de periodismo de cualquiera de las decenas de facultades que hay en España no puede ser otra que ser un verificador de contenidos y un investigador, pues es precisamente esa la función de un periodista: investigar, contrastar e informar. De una o de otra forma, más o menos entretenida, con más o con menos florituras, pero en definitiva es informar sobre hechos relevantes o de interés para la sociedad con honradez y contrastando los datos que se aportan. No deja de ser una máxima en el periodismo, o por lo menos, no debería dejar de serlo, la búsqueda de la verdad.

La objetividad como tal no existe, pero sí debe existir en cualquier redacción es el buen tratamiento de la información

Y esta la búsqueda de la verdad los periodistas, humanos, nos enfrentamos a una cuestión principal: la opinión, la ideología, las ideas y los pensamientos de cada uno de nosotros por multitud de temas. Sobre esto, hay una cuestión, un concepto, que siempre sobrevuela el oficio: la objetividad. Es un concepto complicado de explicar para cualquier profesional, no tanto para los teóricos, pero sí para los prácticos. La objetividad como tal no existe, ya que simplemente por haber elegido contar con una información y no otra se está dejando de ser objetivo, pero sí debe existir en cualquier redacción el buen tratamiento de la información.

Como decía, la información es poder, el cuarto poder dicen, pero sólo será un poder útil si esa información es completa, detallada y con un tratamiento correcto a sus espaldas. El periodismo y la libertad de expresión que nos defiende son la base de nuestro sistema democrático.

"El periodismo sólo será un poder útil si la información es completa, detallada y con un tratamiento correcto"

Personalmente creo y creeré siempre que el periodismo es, como dijo Gabriel García-Márquez, “el mejor oficio del mundo” y por tanto, no debemos permitir que muera sepultado por su decadencia, por las noticias falsas, por las mentiras, por la tiranía de Google y el SEO, sino que debemos superar estos defectos, afrontar los nuevos retos de la sociedad y responder con el único arma que tenemos los periodistas: nuestro trabajo, la verdad y la honestidad.

Y es que, ante las noticias falsas y la posverdad, al periodista sólo le queda volver a sus raíces, esas en las que la ética y la profesionalidad eran los pilares de la profesión. Y volver a desconfiar, porque como se suele decir en este mundillo, ‘si tu madre te dice que te quiere, ¡compruébalo!’.

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