La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa para convertirse en un factor estructural del mercado laboral. Así lo confirma el estudio “AI at Work: The Role of AI in the Global Workforce”, elaborado por IDC por encargo de Deel, que analiza el impacto real de la IA en la contratación, la formación y el desarrollo profesional en España y a nivel global. Los datos dibujan un escenario de cambio profundo, en el que las empresas elevan sus exigencias, redefinen los perfiles de entrada y aceleran la necesidad de recapacitación.
Según el informe, el 93% de las empresas españolas asegura que sus puestos de trabajo ya se han visto afectados por la IA, y un 22% ha llevado a cabo reestructuraciones significativas para adaptarse a esta nueva realidad. La automatización no solo está modificando tareas, sino también la forma en que las organizaciones construyen sus equipos.
Uno de los efectos más visibles del avance de la IA es el freno a la incorporación de talento joven. El 62% de las empresas en España ha reducido o detenido la contratación de perfiles junior, una cifra que sitúa al país entre los más impactados a nivel internacional, junto a mercados como Canadá, Argentina o Colombia.
Este cambio refleja una transformación estructural: los puestos de entrada tradicionales están desapareciendo o evolucionando, mientras las empresas buscan perfiles con mayor autonomía técnica desde el primer día. No obstante, el estudio señala que el 71% de las organizaciones considera que la IA ha mejorado la calidad general de las contrataciones, al permitir procesos de selección más precisos y eficientes.
En paralelo, los requisitos académicos tradicionales pierden peso. Solo el 5% de las empresas españolas considera imprescindible un título universitario para los roles de entrada. En su lugar, los empleadores priorizan certificaciones técnicas en IA o bootcamps (75%), así como habilidades críticas como el pensamiento analítico (63%) y la comunicación y colaboración (55%).
Este giro supone un reto para el desarrollo del talento joven. El 74% de los directivos reconoce que ahora es más difícil formar a los futuros líderes, mientras que el 72% advierte una reducción de las oportunidades de aprendizaje en el propio puesto de trabajo, lo que podría comprometer la generación de liderazgo a medio plazo si no se refuerzan las estrategias formativas.
Ante este escenario, las empresas son conscientes de la necesidad de adaptarse. El 65% ya invierte en programas de formación y recapacitación en inteligencia artificial, aunque la implementación no está exenta de dificultades. Entre los principales obstáculos destacan la baja participación de los empleados (66%), las limitaciones presupuestarias (51%) y la dificultad para identificar qué competencias reforzar (37%).
A nivel sectorial, el impacto es especialmente acusado en áreas como medios de comunicación, comercio minorista, sanidad, servicios profesionales y logística, donde la automatización está reduciendo con mayor rapidez los puestos de nivel inicial.
El estudio también alerta sobre una brecha en materia de gobernanza. Solo el 23% de las organizaciones españolas cuenta con políticas internas formales que regulen el uso de la IA, lo que deja a muchas empresas expuestas a riesgos éticos y de cumplimiento normativo en un contexto de adopción acelerada.
“La IA ya no es una tecnología emergente: está completamente integrada”, señala Nick Catino, Global Head of Policy en Deel, quien subraya que trabajadores y empresas deben adaptarse con rapidez para seguir siendo viables, no solo competitivos.
En la misma línea, Chris Marshall, vicepresidente de IA en IDC Asia/Pacific, advierte de que las organizaciones que prosperarán serán aquellas capaces de equilibrar la automatización con una visión centrada en las personas, invirtiendo en habilidades, redefiniendo las oportunidades de entrada y alineando la ética y la gobernanza con el ritmo de la innovación.
El informe concluye que la inteligencia artificial está redefiniendo el acceso al empleo y elevando los estándares profesionales. El desafío, ahora, no es tecnológico, sino humano: preparar a las nuevas generaciones para un mercado laboral donde aprender, adaptarse y recapacitarse será una constante.
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