Este cambio, que rompe con la tradición de exclusividad de la plataforma de Apple para la distribución de aplicaciones, viene en respuesta a la inminente aplicación de la Ley de Mercados Digitales (DMA) de la UE, prevista para principios de marzo.
Con la actualización a iOS 17.4, los usuarios de iPhone en la UE podrán, por primera vez, instalar aplicaciones desde fuentes alternativas a la App Store oficial. Esta apertura representa un avance significativo en el cumplimiento de las nuevas regulaciones digitales europeas, diseñadas para fomentar la competencia y ofrecer a los consumidores más opciones en el mercado de aplicaciones móviles.
Desde este jueves, Apple ha habilitado a los desarrolladores para añadir una "aplicación de mercado alternativa" en la App Store y generar "paquetes de distribución alternativos", según se detalla en una reciente actualización en el blog de desarrolladores de la compañía. Esta iniciativa facilitará la llamada "descarga paralela", permitiendo a los usuarios acceder a un abanico más amplio de aplicaciones fuera del entorno controlado por Apple.
En un esfuerzo por mantener un estándar de seguridad y calidad, Apple ha introducido el proceso de notarización para las aplicaciones distribuidas a través de estos nuevos canales. Todas las aplicaciones, "independientemente de su canal de distribución", deberán someterse a una revisión básica que combina controles automatizados con la supervisión de un equipo humano. Este proceso es un intento de Apple por equilibrar la apertura de su ecosistema con la protección de los usuarios contra software malicioso y prácticas fraudulentas.
Además, los desarrolladores ahora tienen la opción de activar notificaciones automáticas para informar a las tiendas de aplicaciones alternativas sobre las actualizaciones de sus productos. Este sistema busca simplificar la gestión de versiones y asegurar que los usuarios finales tengan acceso a las últimas mejoras y correcciones de seguridad de las aplicaciones que elijan usar.
Este cambio en la política de Apple, motivado por la regulación de la DMA, no solo altera el panorama de distribución de aplicaciones en la Unión Europea, sino que también plantea preguntas sobre cómo evolucionará el mercado global de apps en respuesta a estas y futuras regulaciones.
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