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Por Alfonso de Castañeda
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martes 16 de mayo de 2023, 12:38h

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Estados Unidos lleva años clamando que quieren reforzar el control sobre las grandes tecnológicas y muchos de los senadores y congresistas han introducido iniciativas para ello, sin embargo, el último intento para ello no ha llegado a buen puerto.

Durante los últimos años, el Congreso de Estados Unidos ha ampliado su percepción sobre que las grandes tecnológicas cuentan con un poder desmesurado a la que falta una fuerte supervisión regulatoria como sí hay en otras potencias como la Unión Europea. Sin embargo, los enfrentamiento entre ambos partidos y la presión de estas empresas ha frenado los avances para aprobar nuevas leyes.

El último episodio de esta operación se ha vivido la semana pasada, cuando el senador republicano Chuck Grassley y antiguo presidente de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes criticaba la falta de acción asegurando que algunos políticos están "intimidados" por las grandes tecnológicas.

En su última sesión, el Congreso de Estados Unidos debatía la aprobación de la American Innovation and Choice Online Act (AICO), una nueva regulación pensadas para impedir que Amazon, Apple, Google y Meta, entre otros, abusasen de su posición en el mercado para "ahogar la competencia, las empresas en línea y los consumidores", regulándose la "autopreferencia" de sus propios productos a costa de los de la competencia.

La norma también planteaba ilegalizar la explotación de "datos públicos generados por un usuario empresarial en beneficio de los productos propios de la plataforma cubierta" y se marcaba como delito el hecho de interferir en las decisiones de precios establecidas por otra empresa. También se bloqueaba la posibilidad de que las plataformas y empresas tomasen "represalias contra una empresaria que notifique a las fuerzas de seguridad las actividades de las plataformas cubiertas", un concepto que debían definir la Comisión Federal de Comercio y el Departamento de Justicia.

Esta norma ha logrado un gran apoyo bipartidista y de la propia sociedad, sin embargo, la presión de las grandes tecnológicas a través de una gran campaña ha convencido a algunos miembros de ambas partes para que no apoyaran el proyecto de ley.

"Ciertas personas que lo patrocinaron la última vez están acobardadas" por los millones de dólares que las tecnológicas han invertido

Ante esta situación, el senador Grassley ha afirmado que "ciertas personas que lo patrocinaron la última vez están acobardadas" por los millones de dólares que las tecnológicas han invertido para presionar en contra y sus acciones han obstaculizado la posibilidad de volver a presentar esta norma al Senado, una inversión que la presidenta de la subcomisión antimonopolio, Amy Klobuchar, alcanza las nueve cifras y Bloomberg señala que son 100 millones de dólares en cabildeo directo a los políticos y 130 millones en publicidad.

"La única forma de sentar a las grandes tecnológicas a la mesa es dejando claro que no les tenemos miedo y que vamos a aprobar proyectos de ley", defiende Klobuchar.

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La batalla continúa

El debate ha vuelto a abrirse solo unos días después con la publicación de un amplio informe bajo el sello de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos y firmado por la senadora Elizabeth Warren.

En este documento, de 33 páginas y que lleva por título 'Big Tech's Big Con: Rigging Digital Trade Rules to Block Antitrust Regulation', se advierte del uso de los grupos de presión por parte de las tecnológicas para enterrar las nuevas regulaciones.

"Los grupos de presión tecnológicos quieren hacer lo mismo que muchas otras industrias: utilizar sus conexiones internas para amañar un acuerdo comercial con el fin de proteger sus intereses"

"Ahora que los legisladores y reguladores de EE.UU. y otros países se plantean poner freno a las grandes tecnológicas, los grupos de presión tecnológicos quieren hacer lo mismo que muchas otras industrias: utilizar sus conexiones internas para amañar un acuerdo comercial con el fin de proteger sus intereses: defender sus algoritmos de inteligencia artificial monopolísticos, autocomplacientes y discriminatorios, y abusar de la privacidad de consumidores y trabajadores", avisa.

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