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Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
jueves 07 de septiembre de 2023, 01:00h

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¡Anda revuelto el mundo de las telecomunicaciones! Hoy era el día en que todo el mundo tendría que comentar la salida del presidente de Vodafone, Antonio Coimbra; pero, sin embargo, el desembarco de capital saudí en Telefónica y el hecho de que pareciera ser una sorpresa para su presidente, José María Álvarez-Pallete, ha sido la comidilla del día.

Sin embargo, tiempo habrá para ir siguiendo las informaciones de Telefónica, su súbita subida en bolsa tras la entrada de capital medio-oriental y de las intenciones de sus nuevos inversores porque el tema traerá cola. Pero estas líneas, en esta ocasión, deben ser para un hombre magnánimo, ejecutivo luchador, marido, padre y abuelo entregado, que cree sinceramente en el potencial de la tecnología para mejorar la vida de las personas y las empresas y considera, francamente, que Vodafone, la empresa de la que es presidente en España hasta el 30 de septiembre, desempeña un papel fundamental en la sociedad digital, al proporcionar conectividad, servicios y soluciones que contribuyen al desarrollo económico y social de los países en los que opera. Sí, hablamos del que debía ser protagonista de la semana: Antonio Coimbra.

En tiempos revueltos

A pesar de lo introducido, el mandato de Coimbra en Vodafone surgió en tiempos revueltos. Llegó a España para sustituir al carismático consejero saliente, Francisco Román, y lo hizo con respeto, escuchando su consejo y siempre con una buena palabra para él y su labor y empezó a batallar en un país donde la competencia era muy fuerte y los OMV luchaban a muerte con todo el arsenal (más o menos ético) a su alcance. De ahí que tomara la iniciativa digital y saliera en busca de los clientes más jóvenes a quienes quiso seducir con iniciativas como ‘You’ o con el nacimiento de ‘Lowi’.

A fuerza de impuestos directos e indirectos o de carísimas subastas de espectro, los gobiernos asaltaban sus arcas sin disminuir un ápice la presión reguladora

Eran días en que todo el mundo consideraba que los operadores eran el Vellocino de Oro y, a fuerza de impuestos directos e indirectos (algunos inconcebibles e inexplicables como la tasa de RTVE), o de carísimas subastas de espectro, los gobiernos asaltaban sus arcas sin disminuir un ápice la presión reguladora.

Llegó la carrera por el dominio del ‘multiple play’ (móvil, fijo, internet y televisión) con el consiguiente despliegue de fibra -sin abandonar la expansión y evolución de 4G- y la sonada compra de ONO, la cual conllevaba una red de cable que en aquel momento tuvo su función, pero que hoy es prácticamente ‘legacy’. Y con aquella operación, que debía ser de éxito, surgió un fuerte golpe moral y financiero: el pago de indemnizaciones a los ‘presuntamente nada decentes’ ex directivos de ONO por quienes se ha tenido que afrontar un largo juicio por irregularidades fiscales; juicio que parece haber finalizado con la sentencia del Tribunal Supremo a favor de Vodafone y con el pago de una cantidad aún no estipulada que podría superar los 100 millones de euros.

Los derechos del fútbol

Otro frente que desgastó a la telco y a su consejero delegado fueron los derechos del fútbol, ya que algunos medios, unos por pasión futbolera y otros aleccionados desde la competencia, iniciaron una campaña negativa, que parecía no tener fin, cuando Coimbra decidió que no salían las cuentas y que, aún perdiendo todos los clientes que pagaban por ver el fútbol en la parrilla televisiva de Vodafone, el balance tras renunciar al pago de los derechos exigidos por Mediapro, era positivo.

Años después, cuando el nacimiento de 5G y por las frecuencias adquiridas en operaciones anteriores, Vodafone partía con una ventaja clara que podría haber explotado comercialmente a su favor, pero un mal bicho llamado Covid que se apoderó de la sociedad, la máxima expresión de responsabilidad por parte de Antonio Coimbra al decidir no acudir al Mobile World Congress (en aquel momento en contra de la opinión del Gobierno, la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y algún medio de comunicación) y una operación empresarial que parecía bullir entre bambalinas: la sorprendentemente fallida fusión con MásMóvil, ralentizó la lucha por el mercado. En aquel momento, Grupo decidió nombrar un nuevo consejero delegado, Colman Deegan, (que venía a firmar con MásMóvil) y que Coimbra pasara a un cargo no ejecutivo: presidente de Vodafone España.

La incertidumbre

Y entonces… la incertidumbre. La situación de una empresa desorientada y descapitalizada humanamente por los EREs, intentando sobrevivir en un mundo regulado, asfixiado, saturado y sometido por las multinacionales de Internet ha ido de mal en peor. En un último arranque de pundonor por parte de Londres, el futuro de Vodafone se ha puesto en manos de otro portugués, Mário Vaz, quien ha vuelto a reunir en una sola persona los cargos de presidente y consejero delegado, lo que ha supuesto la salida del hasta ahora presidente, anunciada ayer.

Portugués de nacimiento, casi español por adopción, Antonio Coimbra (1962) se licenció en Ingeniería Mecánica por el Instituto Superior Técnico de Lisboa; comenzó su carrera en Siemens, donde trabajó durante 11 años en distintas áreas, como automatización industrial, telecomunicaciones móviles y sistemas de información. En 1995, se incorporó a Telecel (ahora Vodafone Portugal) como director de marketing y ventas. En 2009, fue nombrado consejero delegado de Vodafone Portugal, liderando la transformación digital del operador y el lanzamiento de servicios innovadores como Vodafone TV y Vodafone Wallet. En 2012, asumió la presidencia y la dirección ejecutiva de Vodafone España y centró su trabajo en procurar la calidad de la red, la oferta de contenidos diferenciados y la satisfacción del cliente.

Volverá a Portugal con su familia, pero es probable que lo veamos frecuentemente en España

A partir de ahora, el directivo saliente arría la bandera roja y como la mayoría de sus ‘congéneres’ suponemos que dedicará su tiempo a los consejos, a apoyar nuevas empresas y a defender sus inversiones; y aunque volverá a Portugal con su familia, es probable que lo veamos frecuentemente en España.

Una cosa, por encima de todas, es de agradecer: su atención a los medios y su relación cercana con los periodistas. Nos escuchó, nos contestó, nos ayudó, compartió con nosotros su tiempo y dio la cara en los mejores y los peores momentos. ¡No todo el mundo en este país puede presumir de eso!

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