La Unión Europea mantiene su línea dura en defensa de la Digital Services Act (DSA) frente a la presión de Washington, lo que ha retrasado la firma del documento que oficializará el acuerdo comercial anunciado el pasado julio.
Fuentes comunitarias confirman que la negociación atraviesa un punto crítico por la exigencia de Estados Unidos de incluir concesiones sobre las normas digitales europeas.
El principal obstáculo está en la definición de “barreras no arancelarias”, término que Washington asocia a la normativa tecnológica europea. Desde la administración estadounidense sostienen que la DSA impone costes excesivos a las grandes plataformas y restringe la libertad de expresión. Bruselas, sin embargo, se mantiene firme y considera que esta legislación es esencial para garantizar un ecosistema digital más seguro y transparente.
Un portavoz europeo ya subrayaba hace unas semanas que relajar estas reglas no entra en la negociación. “Se han hecho compromisos políticos que se cumplirán, siempre que la otra parte lo haga primero y en esa secuencia”, indica un funcionario citado en medios comunitarios. La Comisión Europea insiste en que el objetivo de la DSA es obligar a las grandes tecnológicas a retirar contenido ilegal, combatir el discurso de odio y mejorar la trazabilidad en la publicidad digital, algo que considera irrenunciable.
Un pacto comercial aún pendiente de cerrar
El acuerdo anunciado en julio por Ursula von der Leyen y Donald Trump ha permidio evitar una escalada arancelaria, estableciendo un límite del 15% para la mayoría de productos europeos exportados a Estados Unidos, frente al 30% que se llegó a barajar. A cambio, la UE ha aceptado ampliar sus compras energéticas a empresas estadounidenses y facilitar inversiones conjuntas.
No obstante, el texto definitivo sigue sin aprobarse por las diferencias en torno al marco digital y otros puntos pendientes, como los plazos para rebajar el arancel a los automóviles europeos. Bruselas esperaba que Washington redujera el impuesto sobre coches del 27,5% al 15% antes del 15 de agosto, pero la Casa Blanca ha condicionado el anuncio a la conclusión del documento final.
“Seguimos abordando las barreras al comercio digital en nuestras conversaciones con socios”
El pulso por la DSA refleja un choque regulatorio entre modelos opuestos. Mientras la UE busca reforzar la supervisión de las plataformas para garantizar un espacio digital más seguro, Estados Unidos teme que este enfoque suponga una barrera para sus gigantes tecnológicos. “Seguimos abordando las barreras al comercio digital en nuestras conversaciones con socios”, apuntaba un portavoz estadounidense, insistiendo en que el tema no está cerrado.
Bruselas, por su parte, descarta cualquier flexibilización. La Comisión considera que la regulación digital es una herramienta estratégica para reducir riesgos, proteger a los usuarios y limitar la concentración de poder de las grandes tecnológicas. Fuentes comunitarias insisten en que este aspecto no es negociable dentro del pacto comercial, incluso si ello retrasa la entrada en vigor del acuerdo.
Por ahora, los borradores del texto continúan circulando entre ambas capitales sin una fecha clara para su aprobación. Mientras tanto, la incertidumbre afecta a sectores clave como el tecnológico y el automotriz, pendientes de las decisiones que marcarán el acceso al mercado en ambas regiones. “La última milla siempre es la más difícil”, reconoció un portavoz de la Comisión, que sigue apostando por cerrar un documento equilibrado sin comprometer la soberanía regulatoria europea.