La dimisión de Daniel Ek como consejero delegado de Spotify, prevista para principios del próximo año, marca el cierre de una etapa en la industria musical y abre otra en la que el empresario sueco quiere volcar su experiencia en nuevos sectores estratégicos.
Su salida del cargo, tras casi dos décadas al frente de la plataforma que revolucionó la forma de escuchar música en todo el mundo, llega acompañada de un cambio de rumbo: centrar sus energías en proyectos tecnológicos que, según sus propias palabras, “aborden los mayores desafíos de nuestra sociedad”.
Su foco estará en Prima Materia, la firma de inversión que fundó en 2020 con el objetivo de crear “superempresas” europeas
Ek no abandona Spotify por completo. Mantendrá la presidencia ejecutiva y se ha comprometido a seguir participando activamente, aunque desde un rol distinto, comparando su transición con la de “pasar de jugador a entrenador”. Sin embargo, su foco estará en Prima Materia, la firma de inversión que fundó en 2020 con el objetivo de crear “superempresas” europeas en campos como la inteligencia artificial, la biotecnología y la tecnología climática.
El empresario ya ha comprometido 1.000 millones de euros de su propio patrimonio para financiar lo que denomina “moonshots”: proyectos de alto riesgo y gran potencial que, a su juicio, pueden convertir a Europa en un polo de innovación capaz de rivalizar con Silicon Valley. “No se trata solo de invertir, sino de construir compañías a largo plazo”, ha subrayado Ek en varias ocasiones, defendiendo la posibilidad de que surjan gigantes tecnológicos europeos con impacto global.
Neko Health y la apuesta por la prevención sanitaria
Uno de los ejemplos más visibles de su estrategia es Neko Health, la empresa de salud preventiva que cofundó en 2018. La compañía, centrada en la detección temprana de enfermedades mediante escáneres corporales avanzados, ha recaudado 325 millones de dólares y simboliza el tipo de iniciativas que Daniel Ek quiere potenciar: tecnología aplicada al bienestar humano y orientada a reducir costes sanitarios mediante la anticipación.
Más controvertida ha sido su participación en Helsing, la startup alemana especializada en inteligencia artificial aplicada a sistemas de defensa. Valorada en 12.000 millones de dólares, se ha convertido en la mayor compañía de este tipo en Europa tras recibir más de 1.000 millones en financiación. La implicación de Ek en este sector ha generado rechazo en la comunidad musical: bandas como Massive Attack y King Gizzard & the Lizard Wizard retiraron sus catálogos de Spotify como protesta. “Música y armas no son una buena mezcla”, advierte el analista Simon Dyson, recordando que la tensión entre negocio cultural y militar podría erosionar la imagen del propio Spotify.
El episodio ilustra un dilema recurrente en la trayectoria de Ek: la capacidad de arriesgarse en apuestas disruptivas, aunque ello le enfrente a críticas de artistas, inversores o sectores sociales. Ya ocurrió con la polémica sobre los pagos a músicos independientes y con sus fuertes inversiones en el mercado de pódcast, cuestionadas por su rentabilidad y por los contratos millonarios a creadores polémicos.
El legado en Spotify y el reto de diversificar
Ek deja un legado complejo en Spotify. Transformó un panorama dominado por la piratería y las descargas de pago en un sistema de suscripción y publicidad que convirtió a la plataforma en una compañía valorada en 140.000 millones de dólares y con más de 600 millones de usuarios activos. Su apuesta por las listas algorítmicas cambió el modo en que se descubren los éxitos musicales y sus decisiones estratégicas ampliaron el negocio hacia los audiolibros y los pódcast.
“La pregunta que más escucho es cómo crear más Spotify en Europa”
Ahora, el reto para Ek es replicar esa capacidad de disrupción en otros sectores. “La pregunta que más escucho es cómo crear más Spotify en Europa”, reconoce recientemente. Su respuesta es clara: apostando por compañías capaces de escalar desde fases tempranas y que combinen tecnología profunda con impacto social.
El trasfondo de su plan es también político y económico. Europa lleva años intentando reducir su dependencia tecnológica de Estados Unidos y Asia, y voces como la de Ek insisten en la necesidad de crear campeones continentales que lideren ámbitos clave como la IA, la salud digital o la transición energética. Prima Materia se concibe, en ese sentido, como un catalizador para retener talento y capital en la región.
La trayectoria futura de Daniel Ek plantea una paradoja: el mismo empresario que construyó la plataforma de música más influyente del planeta quiere ahora intervenir en áreas tan sensibles como la defensa con drones autónomos o la gestión masiva de datos de salud. En ambos casos, los desafíos éticos, regulatorios y de aceptación social son tan complejos como lo fueron en su día los de la música digital.
Con 42 años, Ek encara una nueva etapa en la que deja atrás el día a día de Spotify, pero no su ambición de marcar el rumbo de industrias enteras. La cuestión es si su visión de “superempresas” europeas será capaz de equilibrar innovación, negocio y responsabilidad social, o si, como ocurrió en parte con Spotify, sus apuestas volverán a situarle en el centro de intensos debates públicos.