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martes 30 de mayo de 2023, 11:20h

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En cualquier sector de actividad, la innovación es sinónimo de eficiencia y productividad. Lo mismo ocurre en el ámbito del deporte donde la aplicación de la tecnología y la innovación cada vez tiene una mayor relevancia. El problema es que, en ocasiones, la frontera entre la innovación y el fraude por doping tecnológico es muy sutil y difícil de delimitar o legislar.

El 12 de octubre de 2019, el corredor keniano Eliud Kipchoge (reciente premio Princesa de Asturias de los Deportes 2023) hizo historia en Viena al rebajar, por primera vez, la marca de las dos horas para recorrer los 42.195 metros en 1 hora, 59 minutos y 40 segundos. Una gesta al alcance de muy pocos y no exenta de polémica. Mientras unos ponían los ojos en el olimpo de los mitos de la resistencia humana, otros lo ponían en sus pies. Su prototipo personalizado de zapatillas Nike Alphafly le ayudaron a volar con el crono, abriendo, una vez más, el debate sobre los límites de la innovación y la tecnología en el rendimiento de los deportistas y los materiales que utilizan.

Un debate que pronto zanjó el Consejo Mundial de Atletismo de World Athletics (antes conocida como International Amateur Athletic Federation) al emitir una nueva regla por la que desde el 30 de abril 2020 para que un atleta pudiera usar unas zapatillas éstas deberían haber estado al alcance de cualquier atleta en tiendas físicas o virtuales cuatro meses antes de ser usadas en la competición.

El uso de esas zapatillas suponía una mejora de la eficiencia durante la carrera del 4,2%

¿Innovación o doping tecnológico? Según un estudio del profesor Kyle Barnes (en colaboración con el profesor Andre Kilding de la universidad de Tecnología de Auckland) analizando el rendimiento del equipo de atletismo de Grand Valley utilizando las Vaporfly, demostró que el uso de esas zapatillas suponía una mejora de la eficiencia durante la carrera del 4,2%. Una teoría que parece ir acorde con los hechos: en las olimpiadas de Rio 2016, los seis metales ganadores del maratón acabaron colgados del cuello de atletas que calzaban las mismas zapatillas (de Nike) en lo que se podía considerar como una evidencia de ventaja competitiva y psicológica.

La RAE define la innovación (en su segunda acepción) como "creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado", un enfoque acorde al cambio de la regla de World Athletics. Por otro lado, describe innovar como "mudar o alterar algo, introduciendo novedades", una definición que encaja con el espíritu de superación y mejora continua de los deportistas. La paradoja es que el atleta o el club deportivo tienen derecho a innovar siempre y cuando la innovación esté disponle para el resto, ya que el uso de nuevos materiales y tecnologías que podrían ayudar a mejorar ese rendimiento podrían inducir, al mismo tiempo, a una adulteración del espíritu deportivo. Precisamente el presidente del organismo internacional de atletismo, Sebastian Coe, señalaba al hilo de la controversia de las zapatillas que "no es nuestro trabajo regular todo el mercado de las zapatillas, pero sí es nuestro deber preservar la integridad de la competición de élite intentando garantizar que los zapatos usados por los atletas de élite en las competiciones no supongo ninguna ventaja o asistencia injusta".

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Doping tecnológico como realidad

Pero basta con mirar a las diferentes competiciones deportivas para encontrar ejemplos constantes de innovación llevada al límite o más allá. Tras el Gran Premio de España de 2021 de la F1, la FIA modificó la normativa sobre los alerones traseros flexibles conscientes de que, aunque habían pasado los exámenes, éstos mostraron una flexibilidad excesiva que podría haber dado ventajas aerodinámicas contraviniendo el artículo 3.8 de influencia aerodinámica.

En una entrevista de 2017, Jean-Pierre Verdy, director de la agencia francesa antidopaje y responsable durante dos décadas de vigilar el Tour de Francia, aseguraba que ya en 2015 le llegaron rumores de que, al menos, doce ciclistas incorporaban en sus bicicletas algún tipo de motor. Aunque las primeras sospechas de la UCI sobre el uso de estas ayudas datan del Tour de Flandes de 2010, el primer caso confirmado de uso de un motor en una bicicleta fue en el LXVII Campeonato Mundial de Ciclocrós que se celebró en Zolder (Bélgica) en 2016.

En las Olimpiadas de Pekín de 2008 el traje Speedo LZR fue diseñado para optimizar la compresión del cuerpo y la hidrodinámica. El traje permitió un mejor flujo de oxígeno a los músculos, sin embargo, también atrapaba aire para agregar flotabilidad. Según Speedo, frente al tradicional traje de licra, el suyo reducía hasta un 38% la resistencia al agua lo que permitía aumentar un 4% la velocidad de los nadadores. Una ventaja que llevó al equipo japonés a romper con su patrocinador para no competir en desventaja.

Un informe de 2007 de la IAAF, sobre las prótesis de piernas hechas con fibra de carbono con mecanismo ESR, concluyó que estos materiales le ofrecieron a Oscar Pistorius una injusta ventaja mecánica sobre los atletas sin discapacidad de más del 30%. El organismo internacional tuvo que modificar la norma.

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Legislar el dopaje tecnológico

La tecnología debe prohibirse si "mejora el rendimiento" o "contraviene el espíritu del deporte"

Como en muchas otras actividades, la regulación y las normas llegan con retraso sobre los hechos. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) dispone de un código antidopaje que define qué es el dopaje y mantiene una lista de sustancias y actividades prohibidas que permitirían a la agencia tomar medidas contra un atleta por dopaje. La AMA ha reconocido la amenaza que representa el dopaje tecnológico, pero ha dejado a discreción de los organismos deportivos independientes permitir o prohibir una nueva tecnología en un deporte. La postura general de la AMA sobre el dopaje tecnológico es que la tecnología debe prohibirse si "mejora el rendimiento" o "contraviene el espíritu del deporte".

Pero sigue habiendo muchas lagunas. Por ejemplo, si un deportista se entrena en altitud para aumentar sus niveles de hematocritos o utiliza una cámara hipóxica ésta no es una intervención considerada ilegal, aunque de manera clara está aumentando los niveles de ciertas moléculas para mejorar su rendimiento. En cambio, si este deportista toma EPO o se hace una autotransfusión de sangre para conseguir el mismo resultado de aumentar los niveles de hematocritos, entonces es ilegal.

También habría que tener en consideración el músculo financiero. Algo que queda patente en las escuderías de la F1 o en los equipos de fútbol "grandes" y los modestos, que no tienen acceso a las mismas tecnologías. Un ejemplo de ingenio frente a la falta de recursos lo tenemos en Ander Mirambell. El piloto español de skeleton cuya filosofía siempre fue la de buscarse la vida para ser competitivo y que innovó añadiendo un rallador de queso a la suela de sus deportivas para no resbalar sobre el hielo.

Para Aníbal M. Astobiza, investigador de la UPV/EHU y especialista en éticas aplicadas y filosofía de la tecnología y autor del libro "Tecnofilosofía: Nuestra Relación con las Máquinas", "establecer un umbral o una métrica específicos para determinar lo que constituye dopaje puede resultar difícil debido a la complejidad y diversidad de las sustancias y métodos utilizados. Existen los criterios de la AMA. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) proporciona una lista exhaustiva de sustancias y métodos prohibidos. Por lo general, se considera que una sustancia o método es dopante si cumple al menos dos de los tres criterios siguientes (a) tiene el potencial de mejorar el rendimiento deportivo, (b) supone un riesgo real o potencial para la salud del deportista, y (c) su uso es contrario al espíritu del deporte".

Según el experto, para establecer un umbral o una métrica más concretos, se pueden considerar los siguientes enfoques:

  • Métricas cuantitativas: para determinadas sustancias, pueden establecerse umbrales cuantitativos basados en pruebas científicas que relacionen concentraciones específicas en el organismo con la mejora del rendimiento y/o riesgos para la salud. Se considerará que los deportistas que superen estos umbrales se han dopado.
  • Pasaporte biológico: es un registro electrónico individual para cada deportista que controla parámetros biológicos seleccionados a lo largo del tiempo. Este enfoque ayuda a identificar variaciones anormales en los biomarcadores de un deportista, que podrían indicar dopaje, incluso cuando no puedan detectarse sustancias o métodos específicos.
  • Métricas basadas en ratios: en algunos casos, puede utilizarse una métrica basada en la proporción para determinar el dopaje. Por ejemplo, la relación testosterona/epitestosterona (T/E) se utiliza para detectar el uso de testosterona exógena. Una relación T/E superior a un umbral especificado (por ejemplo, 4:1) puede considerarse una prueba de dopaje.

"Fijar el límite del uso legítimo de las tecnologías para mejorar el rendimiento y el neurodopaje es todo un reto dada la normativa vigente"

El problema llega ahora también de la mano de la inteligencia artificial y las mejoras en la estimulación eléctrica del cerebro y que podría considerarse como neurodopaje. "Fijar el límite del uso legítimo de las tecnologías para mejorar el rendimiento y el neurodopaje es todo un reto dada la normativa vigente. Estas tecnologías siguen evolucionando y difuminan los límites entre la competencia leal y las ventajas desleales. Sin embargo, la actual normativa auspiciada por la agencia mundial antidopaje y su código ético, a pesar de aseverarse que luchan por proteger los valores y el espíritu del deporte, son en mi opinión un reflejo de una hipocresía y autoengaño", apunta Astobiza. Y matiza que el espíritu del deporte es testar los límites del cuerpo humano y superarlos. Hacer honor a la frase pronunciado por Pierre de Coubertain en la inauguración de los primeros juegos olímpicos de la era moderna: 'Citius, altius, fortius'. Si una substancia o una tecnología, no supone un riesgo grave para la integridad física y salud de los deportistas, no tiene por qué prohibirse. "En la actualidad, muchos deportistas, por no decir todos, utilizan métodos de mejora del rendimiento, algunos legales y otros no. ¿No sería mejor que una hubiera ninguna restricción y se velara por la salud de los deportistas?", se pregunta Astobiza.

Por eso el experto considera que "dada la complejidad de encontrar un umbral o métrica objetiva para determinar el uso de neurodopaje -tecnologías en constante evolución-, sería mejor abrir un debate público informado entre todas las partes interesadas, incluida la sociedad civil, para regular de una mejor manera este tema. Y por regulación, en mi opinión, sería mejor hablar de limitar el uso del dopaje y neurodopaje cuando supone un grave riesgo para la integridad física y salud del atleta y/o deportista, pero en cualquier otro caso, permitirse. Los principales retos del neurodopaje son la detección (la tecnología está en constante evolución y desarrollo), su acceso (actualmente no todo el mundo puede tener acceso a substancias que mejorar el rendimiento cognitivo) y preocupaciones éticas (pueden existir riesgos para la salud)".

El problema de la regulación y la legislación es que suelen llegar con retraso respecto a la innovación. Y para cuando se aboga por la estandarización ya han surgido nuevos avances. Además, en ocasiones, abogar por la estandarización puede ser un riesgo, ya que muchas veces es difícil comprobar científicamente los beneficios de las supuestas tecnologías. Por ejemplo, la empresa neozelandesa Canterbury comercializó las camisetas IonX hechas con un material que supuestamente creaba un campo electromagnético cargado negativamente que mejoraba el flujo sanguíneo y la oxigenación de los músculos. La ADA, ante la falta de estudios científicos que avalasen esos supuestos beneficios, decidió no prohibir su comercialización.

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¿Y si el futuro son las tecno olimpiadas?

Quizá la solución pase por buscarle un hueco deportivo a la innovación. Si hablamos de zapatos inteligentes que combinan big data e inteligencia artificial para mejorar el rendimiento; de grafeno en la pintura de los coches y motos de carreras para aligerar unos gramos su peso; de tejidos inteligentes y de espinilleras que permiten analizar métricas de rendimiento; de humanos evolucionados a cyborgs con sensores en el cuerpo; o incluso de androides deportistas como el CUE3 de Toyota que juega al baloncesto, ¿no tendría sentido organizar unas tecno olimpiadas?

A medida que la tecnología se integra cada vez más en el cuerpo humano no para resolver déficits sino para mejorar el rendimiento humano (cyborgs) y deportivo, comienza la discusión ética: ¿qué pensamos sobre este desarrollo y en qué dirección debe evolucionar? En ese sentido, "Kristian Esser y yo tomamos la iniciativa de obtener respuestas a estas preguntas, pero buscamos una plataforma adecuada. Pensamos que sería interesante utilizar los Juegos Olímpicos como plataforma introduciendo una nueva categoría de cyborgs para iniciar la discusión ética sobre este fenómeno", recuerda Kevin Zuidhof, Managing Director de IvCB y uno de los promotores de Technolympics.

"La tecnología tendrá un impacto en el deporte, y eso ya se ve con los datos"

Aunque la iniciativa no sigue activa, el planteamiento ético sigue estando vigente, sobre todo, ahora que surgen tantos interrogantes en torno al uso de la inteligencia artificial y que la tecnología no se usa para compensar un déficit, sino para potenciar una habilidad, capacidad o destreza. "Efectivamente la tecnología tendrá un impacto en el deporte, y eso ya se ve con los datos. Sin embargo, los datos están disponibles en principio para todos, mientras que un determinado dispositivo o ayuda tecnológica implementada está vinculada a una persona específica y parte de su cuerpo (e incluso puede ser invisible). Empezamos la iniciativa desde ese ángulo ético: ¿qué puede aportar la tecnología a los humanos y hasta qué punto lo aceptamos? Una pregunta interesante en una era en la que surgirán nuevos desarrollos", apunta Zuidhof.

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Tecnologías contra el fraude

Y es que los avances tecnológicos e innovaciones no se van a dar sólo en lo que tiene que ver con la mejora del rendimiento deportivo de un atleta, de un equipo o de un determinado material para uso deportivo. La tecnología también avanza desde la vertiente positiva del control y el arbitraje, sobre todo, ante el auge de las apuestas deportivas y los riesgos de adulteración de partidos y competiciones. Diferentes estamentos deportivos trabajan por velar la integridad de las competiciones y tecnologías como el ojo de halcón en el tenis, el uso del video arbitraje o de la IA para detectar el fuera de juego automático, ayudan en la gestión del partido y el cumplimiento de las normas.

Pero la tecnología actual también puede utilizarse para detectar de forma automática la manipulación de competiciones y el fraude deportivo al detectar anomalías, tendencias y patrones en los datos de apuestas; herramientas de análisis estadístico en el juego; y herramientas de inteligencia avanzada, como el software de la británica Clue, que se utiliza para administrar datos complejos de forma eficaz para identificar señales de alerta temprana y mostrar vínculos y tendencias entre casos bajo sospecha de adulteración.

"Los órganos rectores deportivos y otras organizaciones pueden acceder a tecnología innovadora para ayudar a proteger la integridad deportiva"

"Las principales amenazas a la integridad del deporte tienen que ver con la corrupción, la manipulación de partidos, el dopaje y la integridad, que, a menudo, están estrechamente vinculadas y son codependientes. Los órganos rectores deportivos y otras organizaciones pueden acceder a tecnología innovadora para ayudar a proteger la integridad deportiva", explica Phil Suddick, Head of Sport de Clue Software.

En el caso de Clue, la herramienta permite monitorizar las apuestas deportivas para la identificación de discrepancias entre las probabilidades reales y las esperadas, lo que puede indicar apuestas irregulares o sospechosas. "El mercado de las apuestas es un vehículo crucial en la ejecución de amaños de partidos y los datos de apuestas proporcionan datos inteligentes e información valiosa que se pueden utilizar para identificar actividades sospechosas y desencadenar investigaciones. La tecnología disponible incluye soluciones que pueden detectar automáticamente la manipulación de la competición al detectar anomalías, tendencias y patrones en los datos de apuestas; herramientas de análisis estadístico en el juego; y herramientas de inteligencia avanzada, como Clue, que se utilizan para gestionar datos complejos de manera más eficaz en los casos sospechosos, identificar señales de alerta temprana y mostrar vínculos y tendencias entre casos", apunta Suddick.

Así, sofisticados algoritmos de IA buscan patrones anómalos de apuestas para alertar a las organizaciones deportivas antes de que el evento tenga lugar y así pueda evitar su manipulación o adulteración. Del mismo modo, los desarrollos recientes en el análisis estadístico en el juego pueden revelar predicciones basadas en datos esperados de rendimiento, como las expectativas de número de tiros a puerta, tarjetas amarillas, número de pases.. Las desviaciones significativas pueden proporcionar una indicación de una posible actividad sospechosa, aunque, lógicamente dada la incertidumbre de los eventos deportivos en general, el análisis forense de estadísticas de partidos sólo se tiene en cuenta cuando existen otras evidencias.

Como ocurre siempre con la tecnología, ésta puede usarse para hacer el bien o para hacer el mal. En el caso del doping tecnológico, la tecnología es parte del problema, pero también puede ser parte de la solución.

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