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lunes 09 de noviembre de 2020, 14:10h

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Los vídeos digitales están cada vez más presentes en los procesos de aprendizaje, especialmente en el contexto educativo provocado por la pandemia de la COVID-19. En esta situación, en que la educación en línea se convierte en el único recurso, es muy importante averiguar cuál es el impacto de este material audiovisual.

Un equipo de la UOC ha estudiado la percepción de los vídeos digitales por parte de los estudiantes en varias asignaturas de introducción a la física en ingeniería en una universidad cien por cien en línea como la UOC y también en una universidad presencial, la Escuela Universitaria Salesiana de Sarrià (EUSS).

Los resultados demuestran que los estudiantes están “muy satisfechos” con estos audiovisuales y que los perciben como “muy útiles”. Además, el estudio también señala que los vídeos pueden aumentar las posibilidades de aprobar la asignatura.

"Es muy importante saber qué impacto y qué aceptación tienen, pero también cuál es el tipo de vídeo que los estudiantes perciben como más útil”

En el trabajo, publicado en la revista Multimedia Tools and Applications, han participado Antoni Pérez-Navarro, miembro del grupo de investigación Internet Computing & Systems Optimization (ICSO), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) y miembro de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación (EIMT); Víctor Garcia, doctorando del programa de doctorado de Educación y TIC (E-learning), y Jordi Conesa, investigador del grupo SmartLearn, de los EIMT.

“La creación de vídeos es una actividad que requiere mucho tiempo para los profesores, que generalmente no son expertos en esta tarea. Para conseguir unos pocos minutos de vídeo, deben dedicar muchas horas a prepararlo. Por este motivo, es muy importante saber qué impacto y qué aceptación tienen, pero también cuál es el tipo de vídeo que los estudiantes perciben como más útil”, explica Antoni Pérez-Navarro.

Los vídeos aumentan la satisfacción con la asignatura

Los investigadores analizaron el grado de satisfacción de 125 estudiantes respecto a los vídeos visualizados a lo largo del curso y también la relación entre el uso de estos materiales y los resultados académicos.

“La conclusión más destacada es que los estudiantes están muy satisfechos con los vídeos y los perciben como muy útiles"

“La conclusión más destacada es que los estudiantes están muy satisfechos con los vídeos y los perciben como muy útiles, tanto si el contenido es teórico como si explican problemas. Además, esta respuesta es independiente de si el entorno es presencial o virtual”, explica el investigador.

Según el estudio, los vídeos también tuvieron un impacto en los resultados académicos, ya que incluirlos en la asignatura aumentaba la probabilidad de aprobar el curso. “El uso de los vídeos durante el curso supuso un aumento del seguimiento de la asignatura y también del porcentaje de aprobados. Por otra parte, los estudiantes encuentran útiles los vídeos porque los ayudan a asimilar los conocimientos y esto aumenta su satisfacción con la asignatura”, destaca el autor del centenar de vídeos utilizados durante el experimento.

Buscando el formato más útil

A lo largo del curso, los participantes visualizaron diferentes formatos de vídeos, principalmente vídeos creados con aplicaciones que capturan lo que se escribe en la tableta digital y vídeos creados filmando las manos del profesor mientras escribe y explica una lección o un problema.

Además, los estudiantes también vieron vídeos en los que un profesor se grababa a sí mismo dando clase. Según los resultados de este trabajo, los estudiantes prefieren vídeos en los que puedan ver al profesor, ya sea la cara, medio cuerpo o mediante las manos con una voz en off.

"Para los estudiantes es más relevante el hecho de disponer de vídeos que no el tipo de vídeo en concreto"

“Parece que para los estudiantes es más relevante el hecho de disponer de vídeos que no el tipo de vídeo en concreto, aunque los vídeos con las manos son los que preferían más de la mitad de los encuestados”, señala Pérez-Navarro.

Por lo tanto, a la hora de elegir el mejor formato, el experto destaca la importancia de tener en cuenta las cuestiones prácticas del proceso creativo. “Cuando empecé, dedicaba ocho o nueve horas para hacer un vídeo de solo diez minutos. Esto no es viable; nuestro objetivo es averiguar qué vídeos son más útiles, pero también deben ser fáciles de crear para los profesores”, apunta el investigador.

De este modo, después de hacer pruebas con diferentes formatos, los investigadores han optado por grabar sus manos explicando la materia, ya que esto les permite controlar la mirada de los espectadores sin tener que editar el texto con flechas u otros elementos gráficos. “Cuando vemos unas manos que apuntan hacia algún lugar, normalmente miramos hacia esa dirección; las manos tienen esta magia. Además, son vídeos muy fáciles de hacer y no tienen la carga emocional de otras grabaciones”, destaca.

Vídeos cortos y bien planificados

El vídeo ha sido uno de los recursos más utilizados durante el confinamiento, que obligó a trasladar las clases presenciales al entorno digital, en la mayoría de ocasiones sin planificación previa. Según el investigador, muchos profesores se han visto dando “clases online sin experiencia, a veces sin el material necesario, y han tendido a grabar directamente sus disertaciones. Estamos hablando de vídeos demasiado largos y sin un plan de cómo debían ser estos productos”.

“Un error muy común es pensar literalmente —como ha dicho alguien—, que, si los estudiantes nos aguantan dos horas hablando en clase, aguantarán un vídeo de dos horas. La realidad es que se trata de un entorno y de un medio diferentes y que, en general, los vídeos cortos, de pocos minutos, son más efectivos. Hay que pensar que dos horas es lo que dura una película, donde intervienen guionistas profesionales, actores y actrices profesionales; hay música, efectos especiales, etc. Y, aun así, a veces la película se nos hace aburrida”, añade Antoni Pérez-Navarro.

Para poder condensar toda esta información, la planificación es clave: debemos pensar muy bien el contenido de cada vídeo y cuidar de los aspectos técnicos. “La iluminación es muy importante, pero el sonido es fundamental. El vídeo tiene que escucharse perfectamente, si no, es muy difícil de seguir”, aconseja.

“Hay que escuchar a los estudiantes; ellos son los mejores críticos. Si no les hacemos caso y no se miran los vídeos, nuestro trabajo no servirá de nada”

Otro elemento para tener en cuenta es el hecho de conocernos a nosotros mismos, saber qué puntos fuertes y qué limitaciones tenemos a la hora de enfrentarnos a esta tarea y, sobre todo, practicar.

“Normalmente los primeros vídeos son un desastre: recuerdo que cuando empecé a usar este recurso, en 2007, necesité cuatro o cinco horas para hacer solo dos minutos de vídeo. Todos tenemos una curva de aprendizaje, pero si conocemos el formato, el material usado o el entorno en el que lo hacemos, esta curva será más pequeña; y cuanto más pequeña sea la curva, más vídeos podremos hacer y mejores serán”, destaca el investigador.

En cualquier caso, para Antoni Pérez-Navarro, lo más importante no es la tecnología —ya que “podemos usar la tecnología del siglo XXI para dar clases del siglo XIX”—, sino la empatía, hacer las cosas pensando en los estudiantes y tener en cuenta su opinión. “Hay que escuchar a los estudiantes; ellos son los mejores críticos. Si no les hacemos caso y no se miran los vídeos, nuestro trabajo no servirá de nada”, concluye el investigador.

Autor: Comunicación UOC

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