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domingo 15 de noviembre de 2020, 12:30h

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Que TikTok no es tan solo una red social de puro entretenimiento para adolescentes ya es, para muchos, una evidencia. Pero que, además, se esté convirtiendo en una herramienta de gran valor a la hora de combatir las fake news, especialmente vinculadas a la pandemia de la COVID-19, es algo que la comunidad médica y científica ya empieza a tener en cuenta. Gobiernos, instituciones, médicos y enfermeros han adoptado TikTok (y su lenguaje) para hacer divulgación médica y científica y para, al mismo tiempo, desmentir las informaciones falsas que circulan y que, en la mayoría de los casos, son propagadas desde las mismas redes sociales.

“A estas alturas ya podemos decir que TikTok ha superado las dudas iniciales y ha entrado en el club de las grandes redes sociales”, explica Alexandre López Borrull, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. Y añade: “Además, también ha quedado claro que TikTok ya no es solo diversión y entretenimiento”.

"TikTok ya no es solo diversión y entretenimiento”

Para Ferran Lalueza, director del máster de Social Media de la UOC, el estallido de TikTok en 2020 hay que vincularlo a dos fenómenos concretos. En primer lugar, el confinamiento facilitó que muchos adultos descubrieran esta red, sobre todo por el hecho de que la pandemia implicó una convivencia intergeneracional continuada y hasta entonces inusual y, por lo tanto, muchos padres descubrieron de manera rápida y directa el universo adolescente. Y, en segundo lugar, TikTok ha vivido, quizás de manera más acelerada a causa de la pandemia, el ciclo habitual de las redes sociales: primero son los más jóvenes quienes la descubren porque la perciben como nueva e innovadora ‒y al margen del control parental‒; pero poco después los adultos, a menudo para no sentirse desfasados, acaban llegando a la red y aportan así la masa crítica de usuarios que hace viable la plataforma como negocio.

Los ejemplos recientes de médicos y enfermeras de todo el mundo que se han hecho virales en TikTok desmintiendo mitos falsos sobre la COVID-19 son muchos, especialmente en los Estados Unidos: Christina Kim, Christian Assad o Bill Nye son ejemplos de ello. Hablan de experiencias personales, de la importancia de usar la mascarilla, de cómo usarla, de importancia de la higiene... Y lo hacen, sobre todo, porque se han sentido interpelados y heridos viendo las informaciones falsas sobre estas cuestiones que precisamente se difunden a través de TikTok y otras redes sociales.

“El mejor lugar para combatir la desinformación es allí donde se difunde”

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue una de las primeras grandes instituciones que abrió una cuenta propia en TikTok con ese propósito, con un éxito notable. Para Lalueza este hecho es una buena noticia, porque denota un cambio de actitud de organizaciones de esta envergadura y, a la vez, “porque el mejor lugar para combatir la desinformación es allá donde se difunde”. “Si no se hace de este modo, se deja libre el espacio a aquellos que quieran desinformar”, añade.

Eso sí, hay que tener en cuenta que el objetivo no es tanto conseguir que los ciudadanos negacionistas de la pandemia dejen de serlo, sino que aquellos otros ciudadanos que de manera inconsciente o ingenua podrían colaborar en difundir informaciones falsas dejen de hacerlo y, en cambio, colaboren en desmentirlas. Para López Borrull, hay que tener en cuenta que difícilmente un ciudadano negacionista convencido dejará de serlo. Pero en cambio, “TikTok sí que puede influir sobre aquel segundo grupo de usuarios no necesariamente tan negacionistas pero susceptibles de propagar mensajes falsos”. El objetivo es, explica Lalueza, “que estos usuarios viralizadores no difundan mensajes negacionistas y en cambio hagan de difusores de informaciones ciertas y con base científica”.

El gran reto: adoptar el lenguaje de TikTok

Con todo, divulgar mensajes científicos a través de TikTok no es trabajo fácil. “Nadie espera encontrar ninguna clase magistral sobre epidemiología en TikTok”, apunta Lalueza, que añade: “Hay que respetar el código de la red social y su lenguaje, porque de lo contrario puedes ser percibido como un infiltrado; el reto es ofrecer un contenido divulgativo respetando el código humorístico, creativo y desenfadado de la red social”.

Para López Borrull hay ejemplos más exitosos que otros. “Los médicos jóvenes se desenvuelven bien, pero hay otros que no son percibidos como miembros de la comunidad de manera directa porque efectivamente no es nada fácil adoptar los códigos de TikTok sin que parezca forzado, especialmente si el objetivo, nada negligible, es informar más que entretener”.

Autor: Comunicación UOC

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