www.zonamovilidad.es
Los pseudomedios de Sánchez: existen formas objetivas para recuperar prestigio y credibilidad
Ampliar

Los pseudomedios de Sánchez: existen formas objetivas para recuperar prestigio y credibilidad

Por Pilar Bernat
x
pbernattelycom4com /7/7/16
lunes 29 de julio de 2024, 09:00h

Escucha la noticia

Si atendemos a sus biógrafos, no nos queda claro si el Premio Nobel de Literatura de 1922, el español Jacinto Benavente, era un pro soviético peligroso, un monárquico entregado, un conservador de libro o un franquista adaptado. Pero lo que sí sabe todo aquel a quien le guste la literatura, es que su legado incluye una crítica a la falsedad social y una defensa de la sinceridad y la integridad personal, temas a los que, todo indica, que la sociedad en todos sus estamentos ha vuelto la espalda.

“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos” Benavente, J. (1913). La malquerida. Madrid, España: R. Velasco.

Y he elegido esta frase del dramaturgo como la primera a citar porque la desinformación se ha instalado en el mundo como un mal endémico, un mal asociado no sólo a la digitalización y su capacidad imparable de difusión, sino como un virus que ha contagiado a gobernantes, políticos, miembros de la judicatura, editores y directores de medios. ¡Estamos abocados a dudar de todo! Y ya, en los últimos días, hemos visto manchados hasta a aquellos que tienen vocación y voluntad de educar, y que podríamos reunir bajo el nombre genérico de ‘la academia’. ¿Recuerdan? Vivat nostra societas! Vivant studiosi! Crescat una veritas, floreat fraternitas, patriae prosperitas (Günter, 1717, Gaudeamus Igitur, Himno de los universitarios).

Muchas veces, tanto en otros artículos de este blog como en clases, ponencias y conferencias, he repetido mi franca creencia de que los cuatro jinetes de nuestro apocalipsis son la desinformación, las redes sociales, el marketing y los fondos de inversión, porque juntos, cabalgando al trote y con freno desbocado arrasan con cualquier rasgo de civilización que pudiera quedar en nosotros; de forma que sólo se escuchan los gritos del silencio: la indignación, el hastío, el aburrimiento, la impotencia y la sensación de derrota.

Y la pregunta lógica es si esto tiene solución. Y yo tengo mis dudas; no porque no la haya, sino porque a nadie le interesa que se arregle el problema, no sea que a quienes pueden ayudar se le acabe su ínfima o ingente capacidad de manipulación.

Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes. Benavente, J. (1918). Cartas a mujeres. Madrid, España: Renacimiento.

Sánchez y su regulación de los medios

Y esta idea, no me queda más remedio que relacionarla con la estupefacción que me sugiere que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, anunciara su, a mi parecer peligrosa, intención de regular los medios de comunicación con el supuesto objetivo de combatir la desinformación y las noticias falsas y de poner en marcha el reglamento europeo. Pero, más allá de parecer una amenaza teledirigida a quienes escriben sobre su mujer y de no dejar claro que es un pseudo-medio y qué o quién los define, poca o nada se nos explicó sobre el Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación, que entró en vigor el 7 de mayo de 2024, y que busca “establecer un marco común para los servicios de medios de comunicación en el mercado interior de la UE, priorizando la transparencia, la independencia editorial y la protección de los periodistas”.

La propuesta de Sánchez se presentó en un discurso ante la Cámara Baja el 17 de julio de 2024, en el cual el Presidente argumentó que “sin medios de comunicación libres y de calidad no hay democracia” (pero yo creía que esto estaba superado desde 1978 con la decisión de los 15.706.078 españoles que votaron a favor de la Constitución, un 88,54% de los votos emitidos) y que es crucial tener fuentes de información fiables y diversas para que los ciudadanos puedan tomar decisiones informadas (¿es que no los hay o es que no gustan los existentes y sólo quieren que se publiquen lo que gusta a unos u otros?). Afirmaría sin temor a equivocarme que nuestra prensa, (salvo TVE, EFE y las autonómicas que están directamente vinculadas al gobierno de turno) es plural y que cada uno, en pleno ejercicio de su libertad, lee, ve y escucha aquello que le resulta interesante o que considera más afín a su pensamiento.

El plan de Sánchez incluye medidas para exigir a los medios que identifiquen a todos los accionistas con influencia en la línea editorial

El plan de Sánchez incluye medidas para exigir a los medios que identifiquen a todos los accionistas con influencia en la línea editorial (están en el Registro Mercantil), que publiquen las cantidades que reciben en publicidad financiada con fondos públicos (me parece muy interesante) y proporcionen datos claros de audiencia (la gran lucha y, me atrevería a decir, la gran mentira del mundo editorial). Además, propuso una subvención de 100 millones de euros para ayudar a los medios tradicionales a digitalizarse (¿qué medio de comunicación en 2024 no está digitalizado? De hecho si no lo está, no es un medio de comunicación, es un incunable y su lugar es la Biblioteca Nacional. Otra cosa es que esas ‘ayudas’ sean un surtidor de regalitos económicos, (como otros que ya existen).

Pero seamos sensatos; si no queremos que la salud de nuestra democracia esté en peligro y se vaya a constipar por el exceso de corriente en los medios, propongamos soluciones.

La ley de Imprenta o Ley Fraga de 1966

La derogación formal de la Ley de Prensa e Imprenta, también llamada Ley de Fraga se produjo el 1 de abril de 1977 con la promulgación del Real Decreto-Ley 24/1977, que eliminó parcialmente la censura y el secuestro administrativo de publicaciones, aunque seguían existiendo ciertas limitaciones, especialmente relacionadas con la unidad de España y la seguridad del Estado​​. Finalmente, la plena libertad de prensa y la derogación completa de las restricciones anteriores se consolidaron con la entrada en vigor de la Constitución de 1978, que garantiza la libertad de expresión y de información en su artículo 20. La Ley Orgánica 1/1981, de 6 de abril, sobre el derecho a la rectificación, y otras leyes posteriores, terminaron de configurar el marco legal democrático para la prensa en España​.

Pero, tal vez, nos dejamos por el camino cosas que, dado el panorama actual, se deberían repensar; porque si bien entonces tenían un propósito controlador, ahora podrían ser signo de credibilidad y garantía de verdad. Por ejemplo, la exigencia de que los directores de los medios de comunicación estuvieran colegiados (un gran debate que hoy debemos dejar en miembros de la FAPE) y tuvieran responsabilidad legal. Así, una publicación o programa dirigido por un periodista acreditado (como se hace en tantas profesiones), marcaría una clara diferencia con todos aquellos digitales que parten de los autodenominados ‘creadores de contenidos’ o de informáticos que saben de posicionamiento, de venta e intercambio de tráfico, de SEO y de compra de clicks, pero no de ética o de deontología profesional.

Cada información (que no opinión) debería llevar en la firma el número de ‘colegiado’

Es más, cada información (que no opinión) debería llevar en la firma el número de ‘colegiado’, como los farmacéuticos, abogados o médicos. Esto sería una clara indicación tanto para el lector como para los anunciantes, respondería a las cacareadas normas de transparencia y evitaría mucho susto y disgusto.

Prohibir el pago por click

Un segundo aspecto a tener en cuenta es el daño que hace al mundo el invento del pago por clicks, principalmente los generados por plataformas como Google. ¿Y por qué? Porque cuando un tema cobra interés, editores y directores obligan a sus redacciones a escribir -surfear- lo que sea sobre el tema en cuestión, hasta que ‘cae la ola’ y llega la siguiente.

Para empezar, creo que es agotador para la sociedad: las noticias son repetitivas y una sobre otra no aportan prácticamente nada. Para seguir se presta al tipo de titulares que en la jerga periodística denominamos clickbait (cebo de clicks) y que suelen dar lugar a encabezados sensacionalistas que poco o nada tienen que ver con el contenido o la veracidad de los hechos y, para terminar, concede ventaja a las granjas de medios que informáticamente bien dirigidos se envían tráfico o negocian con él sin garantizar la calidad de lo publicado.

Nos lleva a lo peor, a que no se tenga en cuenta la calidad de la información, a que se maltrate la gramática y la lengua y a que todo el mundo subjetivice las noticias

Además, nos lleva a lo peor, a que no se tenga en cuenta la calidad de la información, a que se maltrate la gramática y la lengua y a que todo el mundo subjetivice las noticias considerando que su opinión es la mejor, aunque no tenga carrera ni experiencia que lo respalde. Valga como ejemplo una anécdota: hace ya unos años, tras un viaje de prensa a Finlandia para una presentación de producto, un jovencísimo bloguer que me acompañaba escribía sobre el terminal que nos habían presentado en primicia con todo lujo de detalles técnicos: "Este Nokia es una mierda".

Regular el abuso de las agencias de medios

Otro de los problemas reales de los medios de comunicación es la sangría de las agencias de medios, quienes, por regla general -me perdonen los justos que pagan por los pecadores-, han degenerado su actividad en un problema creciente que exige una regulación efectiva y urgente. Y es que las empresas que buscan publicitarse, en vez de gestionar un presupuesto claro, negociado con el cliente, con unas comisiones de agencia claramente establecidas y un pago por la ejecución de las campañas -como se hizo siempre-, marcan un presupuesto y esas agencias se limitan a jugar con el dinero en modo apuesta, dedicados a ver a qué medios les sacan más por menos para mayor gloria de su cuenta de resultados. Es casi perverso; y eso por no entrar en otros negocios, en absoluto transparentes, de los que tristemente soy testigo, que les permite enredar con dinero ajeno en pro, no de la visibilidad del cliente, sino de sus sedientos bolsillos.

Es decir, estas entidades, en su afán por maximizar ganancias, a menudo recurren a prácticas engañosas y manipuladoras, distorsionando la información y vulnerando la confianza del público. Por eso, resulta imperativo que se establezcan normativas claras y mecanismos de supervisión rigurosos para garantizar la claridad, la autenticidad y objetividad de la información, además del respeto a los derechos de los consumidores.

"El honor no se gana en un día para que en un día pueda perderse. Quien en una hora puede dejar de ser honrado, es que no lo fue nunca." Benavente, J. (1907). Los intereses creados. Editorial ABC.

Identificación de los titulares de las cuentas de Redes Sociales

Otro aspecto a debatir es la necesidad de que los titulares de las cuentas de Redes Sociales estén legalmente identificados. Y no, no me refiero a que no se utilicen ‘nick names’, sino a que cada cuenta, de cada una de las redes sociales, tenga un registro en el que el titular de esta, la persona que está detrás de ella, esté claramente identificada por si, a petición de un juez, hubiera algún problema legal que debiera dirimirse. Y la propuesta no es nueva ni extraña, puesto que ya se hizo con los números móviles y no descarriló el mundo. Hace años, cualquiera podía comprar una SIM y utilizarla sin identificación, lo que traía no pocos problemas; pero en 2009, se promulgó una ley que obligaba a los operadores móviles a registrar la identidad de todos los usuarios de tarjetas SIM, incluyendo las de prepago. La medida se tomó para facilitar la lucha contra el terrorismo y otros delitos.

Ya sabemos que en una red global esta exigencia es casi imposible; pero tanto técnica como legalmente hay formas de hacerlo

Y sí, ya sabemos que en una red global esta exigencia es casi imposible; pero tanto técnica como legalmente hay formas de hacerlo y, para empezar, partiríamos de que, quien se identifica voluntariamente no tiene mala fe en el libre ejercicio de su sagrada libertad de expresión y que asume lo dicho. Además, se evitarán los bots, los trolls, los haters y otros elementos de ruido que sólo distorsionan la realidad y radicalizan a la sociedad; y, en este caso sí, impidiendo el correcto funcionamiento de la democracia.

No quiero dejar de recordar, una vez más, que redes sociales como X (antes Twitter), a las que algunos de nuestros representantes son adictos sin contención, tiene propietario y que con cada post lo están enriqueciendo (supongo que por cuenta de los contribuyentes que pagamos sus teléfonos). Antes a Jack Dorsey, ejecutivo semi ácrata que terminó vetando a Trump, a Vox, a Bolsonaro, al movimiento Cinco Estrellas o al Ayatolá Alí Jamenei, entre otros y ahora a Elon Musk, quien compró la plataforma, y aunque ha mantenido vetos, asegura justificarlos por incitación al odio y a la violencia.

Una vez más recurrimos a Jacinto Benavente, quien escribió la siguiente frase en su anteriormente mencionada obra de 1913, ‘La Malquerida’: "No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano". Y tal vez, al hilo de esta afirmación cabe preguntarse: ¿qué le pasa realmente a esta sociedad incoherente y fanática que encara el segundo cuarto del siglo XXI?

Reconocer la dignidad de la FAPE

Una última propuesta: una mayor relevancia y obligada repercusión de las decisiones tomadas por parte de La Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), cuyas decisiones deberían sean vinculantes y el ‘tribunal decisorio’ trasparente y elegido por los profesionales inscritos o las asociaciones locales correspondientes.

No veríamos editores chantajeando a las empresas con publicar contenido negativo si no les ponen publicidad, pero tampoco a empresas con gran poder coaccionando y castigando a periodistas

De esta forma, no veríamos editores chantajeando a las empresas con publicar contenido negativo si no les ponen publicidad, pero tampoco a empresas con gran poder coaccionando y castigando a periodistas -sí, castigando por ejemplo sin empleo y sueldo a padres de familia- porque sus contenidos, aún verídicos y contrastados, no les convienen. A mí misma me dijo un alto ejecutivo de una tecnológica asiática: “Pilar libertad de expresión, libertad de inversión” para manifestarme su desacuerdo con la publicación de una noticia de repercusión mundial; y cumplió su palabra.

Y a todo esto, es probable que haya quién se pregunte por qué he referenciado las citas en un texto periodístico como si de un trabajo de investigación se tratara, pero es que hasta eso, hoy puede ser mentira y cualquier majadería se le atribuye a un grande para revestirlo de importancia.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
1 comentarios