Hace apenas unos meses que se hacía oficial la venta de Vodafone España a Zegona por 5.000 millones de euros que ya en su momento despertó las críticas y, especialmente, las preocupaciones sobre el futuro de la compañía en el mercado español.
La operación dejaba entrever ya un intento desesperado por recortar pérdidas en la filial española y una vía de hacer caja con un negocio que llevaba años a la deriva, fruto de una serie de problemas estructurales en el core del operador rojo y en su gestión.
Los tres pecados capitales de Vodafone España
La dirección actual de Vodafone España afronta el futuro de la compañía con tres grandes pecados capitales. El primero de ellos, y quizás el más serio, es la infraestructura de fibra. De los tres grandes operadores (MasOrange, Telefónica y Vodafone España), es el antiguo operador británico el que menos red de fibra óptica tiene en su poder, en parte por la operación con ONO que le permitió en su momento dar el salto y competir en los mercados convergentes, pero que al no haber evolucionado de manera correcta, ha ido perdiendo valor año a año.
Asimismo, en 2018 la teleco rompió con el fútbol en España, tanto en el entorno residencial como en los bares, un negocio que era clave para el segmento de la televisión de pago y que provocó la fuga de miles de clientes, así como una importante caída en el ARPU general del operador (durante los primeros meses tras el adiós al fútbol, los ingresos de Vodafone España cayeron hasta un 10%. Hace solos unos meses que Vodafone reconocía su error y cerraba un acuerdo con Dazn para tratar de recuperar parte de esos clientes.
El tercer pecado capital es la apuesta por el low cost. La entrada en el mercado nacional de grandes marcas como Digi y en menor medida la de Finetwork y Avatel y la apuesta de todas ellas por luchar en el segmento del low cost ha llevado a Vodafone España a reforzar su presencia impulsando Lowi, la marca para este segmento y Vodafone Yu, la submarca que usa para dirigirse a los universitarios. Todo esto ha provocado que desde el 2018 el ARPU de Vodafone en nuestro país haya caído en algo más de 8 euros (19,1 euros en 2018 frente a 11,1 euros en los últimos datos registrados).
Fuga de talento
A estos pecados hay que sumar los múltiples EREs a los que se ha expuesto a la compañía. Con la compra de ONO en el año 2014, Vodafone España tenía 6.148 empleados, una cifra que ha ido cayendo año a año con diferentes EREs.
En 2014, Vodafone tenía 6.148 empleados y este año cerrará con 2.370
En 2015, se despidió a 1.059 empleados tras la integración con ONO y en 2019 se eliminaron otros 1.200 profesionales, limitando la plantilla a 3.889. Los EREs han seguido produciéndose y en 2021, con el cierre de las tiendas propias, se despedía a otros 442 trabajadores y hace solo unas semanas se volvía a producir un nuevo ERE tras la compra por parte de Zegona que afecta finalmente a 898 miembros de la plantilla, lo que reduce el equipo a apenas 2.370 empleados, a los que habría que restar otros tantos que han ido saliendo desde la compra de manera voluntaria.
Todos estos despidos golpean directamente a la capacidad operativa de la compañía, pero también erosionan la moral y confianza interna de una plantilla muy castigada.
Cierre de divisiones
Otro indicio más de los problemas internos de la empresa es el cierre de negocios de reciente creación, como la filial Vodafone Energía, con la que el operador buscaba diversificar sus operaciones y que ha sido liquidada por la falta de viabilidad y por la intención de la nueva dirección de enfocarse en el core del negocio: los servicios de telecomunicaciones.
Acuerdos de supervivencia
¿Podrá la compañía seguir siendo un operador competitivo sin una red de banda ancha propia? ¿Se convertirá Vodafone España en un OMV?
En un intento por mantener a flote el negocio convergente, hacer caja y reducir todas las operaciones a lo más básico de las telecomunicaciones, Vodafone España ha firmado sendos acuerdos para compartir redes con MasOrange y Telefónica, que suponen un beneficio a corto plazo, ya que en ambos casos se buscan socios inversores que permitan capitalizar parte de la red.
A largo plazo, sin embargo, habrá que ver qué depara a Vodafone España, ¿podrá la compañía seguir siendo un operador competitivo sin una red de banda ancha propia? ¿Se convertirá Vodafone España en un OMV?
Un nuevo líder para una nueva era
La llegada de José Miguel García al cargo de consejero delegado de la nueva Vodafone España, un histórico directivo del sector de las telecomunicaciones que mejoró la visibilidad y situación de Euskaltel antes de su venta al Grupo MásMóvil, supone un revulsivo para una empresa muy vilipendiada y le permite introducir una estrategia diferente a la que se ha seguido hasta la fecha.
El australiano, como se le conoce en el sector, tiene ante sí un reto mayúsculo para revitalizar una empresa que ha estado en declive durante tanto tiempo que requiere algo más que cambios en la cúpula directiva; hace falta una estrategia clara y efectiva que aborde los problemas financieros, la fuga de talento y todo con miras a que la compañía recupere su fuerza y su capacidad de competir con los otros grandes del sector.